Inflados
▪ El futuro gobierno goza de la bendición de la prensa corporativa. Por eso, las amenazas de Mauri Macri de ir contra todo lo que no se amarillo no tienen el impacto de calamidad que le otorgan a todo lo que hace Cristina. La pregunta es si, tras el ajuste que planean, alcanzarán los globos, el marketing y el blindaje mediático para mantener la buena onda.
Datapuntochaco | EDITORES
Están inflados. Los
macristas y sus socios no estaban preparados para este momento. Eso sí, tienen
una gran ventaja: la corporación mediática los blinda y, por tanto, sus desaciertos
y exabruptos no tienen el impacto de calamidad que le atribuyen al mínimo gesto
de Cristina, desde que asumió, en 2007.
Imaginen cómo
estaría el país si en vez de Mauri Macri hubiera sido Daniel Scioli el
triunfador del balotaje por apenas 678 000 votos. La prensa corporativa ya
hubiera encendido la mecha…
Están inflados. No
asumen aún y ya consiguieron una mano de la Justicia. El allanamiento de hoy viernes 4 de diciembre del juez Claudio Bonadio a la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca)
en busca de un expediente de Clarín es
el primer paso para llevarse puesto a Martín Sabbatella, cuyo mandato, por ley,
expira en 2017.
Primero, lo
mandaron a Miguel de Godoy, designado por Mauri para ocupar la titularidad de
la Afsca, y, como la respuesta fue deben esperar dos años, apareció Bonadio,
siempre sensible a los berrinches corporativos. “Estamos ante la sensación
profunda de un accionar de un Estado mafioso en construcción”, dijo Sabbatella.
Están inflados.
Mientras Mauri se enoja con Cristina porque, según él, se quiere llevar la pelota
y dejarlo sin partido, la transición avanza sin contratiempos y todo está
previsto para que el 10 de diciembre, tras la asunción del nuevo gobierno, se
inicie en el país el neomenemato.
Están inflados.
Mauri y su equipo tiene el aval de la corporación mediática para avanzar contra
todo lo que no es amarillo, como Gils Carbó, Sabbatella, Vanoli y la conducción
de RTA. Mauri tiene la tranquilidad de que, aun violando las leyes, no habrá titulares con las palabras escándalo
ni atropello.
Están inflados. Luis Majul comparó a Mauri con Nelson Mandela. “Tiene la pretensión de transformarse
en un presidente del siglo XXI. Sin aspiraciones fundacionales ni
personalismos. Sus colaboradores íntimos piensan en un Arturo Frondizi del
presente con una mezcla de Nelson Mandela adaptado a la realidad argentina”,
escribió en El Cronista.
Joaquín Morales Solá reemplazó, en sus columnas de La Nación, el vinagre de siempre por el almíbar. “Es
cordial y afectuoso, como lo fue siempre en el trato cara a cara, despojado de
cualquier boato y hasta de asistentes. Es él quien se ocupa de traer dos vasos
de agua. Pertenece a esa clase de políticos que dicen y escuchan con la misma
atención. Sin embargo, cuando habla por teléfono con sus colaboradores parece
el presidente en funciones. Las instrucciones son precisas. Elogia cuando hay
que elogiar. Corrige el rumbo cuando hay que hacerlo. ¿Le preocupa el país que
recibirá? Sí, claro. Pero se le nota más la seguridad que la preocupación”.
Están inflados.
Mauri podría convertirse en el primer presidente en asumir el cargo con cuentas
pendientes en la Justicia si es que el juez Sebastián Casanello no admite por estos
días el pedido del fiscal Jorge Di Lello de sobreseerlo en la causa por
escuchas ilegales. Pocos saben que Mauri está procesado –sí se sabe que lo está
Boudou– porque la prensa corporativa se preocupó en esconder ese hecho.
Están inflados. Y
contradichos. Ante el fenomenal aumento de precios producto de las promesas de megadevaluación y supresión de las retenciones, el maurismo se quejó de la falta de
control del Gobierno. Vaya paradoja: los detractores de la intervención del
Estado en la economía reclaman controles.
Están inflados.
Mauri sigue con sus berrinches y se enoja con Cristina, a quien culpa de todo.
Qué hará cuando Cristina ya no esté y no tenga a quién culpar. ¿No será que,
como por sí solo no puede descollar, necesita detractar a alguien y si es
mujer, mejor? Necesitamos que el Doctor Nelson Castro lo diagnostique. ¿Será
bipolar? ¿Misógino? ¿Qué opina, Doctor Nelson Castro?
Están inflados. Como
los globos de sus mítines. Ahora bien, qué pasará cuando el maurismo empiece a
aplicar el ajuste, que, como dice Ricardo Aronskind, en Página 12, hundirá el
salario y contraerá el mercado interno, ¿se podrá aspirar a seguir con el mantra
de la buena onda? ¿Alcanzarán, en democracia, el marketing y la cobertura
mediática de los medios hegemónicos? ¿Alcanzará con apelar a las fobias anti-K
para mantener el encanto del “cambio”?
Por ahora, están
inflados. Llegado ese momento, los globos empezarán a pincharse o, simplemente,
citando a Aronskind, no alcanzará con repartir globos amarillos.
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