Tetazo
Topless en Corrientes. | TÉLAM.
▪ Un grupo de chaqueñas, correntinas y formoseñas hicieron topless en una playa de la capital de Corrientes.
Fue el viernes. En Corrientes. En la playa Islas
Malvinas. Más de cuarenta mujeres de Chaco, Formosa y Corrientes decidieron
tomar sol libres de corpiños. Un ejercicio de libertad plena realizado con ese
único fin: ejercer el derecho de estar cómodo. Cómoda, en este caso.
En la previa, había esa especie de tensión,
no necesariamente incómoda, por las reacciones que se podrían llegar a
presentar. Un cambio a último momento del lugar permitió esquivar la ofensiva
de los “moralistas” que ya habían advertido que no se quedarían de brazos,
rosarios y jinetas cruzados.
Cuando el sol de la canícula pegaba con
mayor crudeza, comenzó la actividad.
“¡Qué barbaridad!”, masculló una señora de
avanzada juventud. “Después quieren que las respeten”, murmuró casi gruñendo.
Si un pezón es el límite del respeto, ¡qué cortito que es ese “respeto”! ¿no?
Entonces, también advertí que lo que
molestaban no eran las tetas, ni siquiera los pezones. Lo que tanto molestó a
esa parroquiana playera era la libertad de otra mujer. Entonces, comencé a ver
la escena desde otro lugar. Seguía siendo un periodista más de los invitados a
cubrir la actividad. Pero, toda mi humanidad comenzó a acusar recibo de
diferentes mensajes.
Pensé: cuánta culpa cargó la moralina sobre
nuestros cuerpos, cuánto pecado inocularon sobre nuestra visión del cuerpo del
otro las religiones. Pero, especialmente, cuánto juicio sigue lloviendo sobre
el cuerpo de la mujer que sigue siendo insultada, golpeada, quemada y asesinada
por nuestra cultura a manos de machos que se creen varones.
No hubo reacciones violentas porque no
había habido intención de provocación en las manifestantes. Más allá de alguna
que otra frasecita más bien mascullada que gritada, no hubo incidentes de
consideración.
Eso sí, lo más llamativo fue que los niños
y las niñas de muy corta edad que corrían alrededor de las topleseras ni se
enteraron de que en plena playa, y muy cerca de ellos, había un grupo de
mujeres habían decidido liberarse de corpiños y prejuicios por un rato.
Su mirada, las de los niños, es tan libre y
tan pura que ni siquiera prestaban atención a lo que sucedía a su alrededor. La
palita y el balde seguían siendo en sus manos herramientas para construir el
mejor de los mundos.
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