Devaluados
▪ Con el promocionado “fin del cepo” llegó una devaluación del 40%. Ahora se pueden comprar dólares sin tener que pedirle permiso a la AFIP, pero los salarios se recortaron ese porcentaje. Algunos festejaron y se sienten “libres”, mientras hay despidos, la inflación de diciembre podría dispararse y se prepara un plan antiprotesta social.
Datapuntochaco | EDITORES
Con la liberación
de las restricciones a la compra de dólares, que representa una devaluación del
42 por ciento del peso, quedó claro para quiénes gobierna Mauri Macri. Ahora,
se podrá comprar hasta 2 millones de dólares por mes (esto es, al precio de
cierre de hoy viernes –13,60 pesos–, 27.200.000 pesos). ¿Cuántos argentinos
poseen ese dinero?
Como dijo Víctor
Hugo Morales en su programa de radio Continental,
si un taxista, (ese personaje identificado con la nostalgia de los 90) recaudó
el miércoles 1000 pesos, el jueves ese monto equivalía a 600 pesos, mientras
que cualquier adinerado se fue a dormir el miércoles con 10 millones de dólares
y el jueves de despertó con 14 millones. Así, de un plumazo.
Pese a tanta
ignominia, muchos mediopelos parecen estar felices porque ahora pueden comprar
dólares. En algún comentario en las redes sociales se interpretó tilingamente
la liberación del “cepo” como ¡la recuperación de la libertad! También lo dijo
la mayor de las tilingas del país, en su programa de TV, cuando tuvo al presidente
como invitado.
¿Quiénes ahora se
sienten “libres” son conscientes de que los salarios se devaluaron 40 por
ciento? ¿Entienden que ese mismo porcentaje podría trasladarse a los precios,
ya inflados en entre 20 y 30% desde que el equipo económico del ahora
presidente anunció, en plena campaña electoral, que se iba a devaluar? ¿Se
alcanza a entender que así podría subir todo entre 60% y 70%? ¿Es posible comprender
que si los sindicatos acuerdan paritarias en el orden que pregona Hugo Moyano
(aliado de Mauri) del 28%, no se recuperará lo perdido por la devaluación?
Como señala Fernando Krakowiak hoy en Página 12, la devaluación del peso comenzó a impactar en el
sector productivo antes de que el Gobierno la concretara. La sola promesa de
avanzar en esa dirección derivó durante las últimas semanas en aumentos de
precios y escasez de mercaderías por razones especulativas. Ahora que
finalmente se convalidó una suba de 42 por ciento en el dólar oficial, lo que
predomina en los distintos sectores es una fuerte incertidumbre sobre la
magnitud de los aumentos que vendrán.
No se sabe cuán
duro será el golpe; sí, que habrá golpe. Los sindicatos ya salieron a
reclamarle al Gobierno el pago de un bono navideño de 5000 pesos, en
compensación por la estrepitosa caída del poder adquisitivo de los asalariados.
Obviamente, el presidente no está de acuerdo con esa medida.
Lo paradójico es
que Mauri llegó al gobierno con la promesa de bajar la inflación. Sin embargo, es
probable que diciembre cierre con uno de los índices más altos de los últimos
años: entre 4% y 5%. Por si eso fuera poco, JP Morgan y Deutsche Bank
vaticinaron que en 2016 la inflación podría subir en la Argentina a entre 30% y
39%, esto es mucho más que en los años de gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner.
Mauri llegó al gobierno
con la promesa de mejorar las tasas de empleo. Techint anunció el despido de
190 obreros y los 500 despedidos de la planta de pollos Cresta Roja volvieron a
movilizarse y bloquear el acceso al aeropuerto de Ezeiza.
En tiempos de
Cristina, la sola posibilidad de importar carne encrespaba a muchos. Ayer,
según el diario oficialista Clarín, en “una reunión de las entidades de la
cadena de ganados y carnes con las flamantes autoridades del Ministerio de
Agroindustria, que conduce Ricardo Buryaile, se habló de la posibilidad de
importar carne vacuna de los países vecinos, en especial Uruguay y Paraguay, si
el año próximo se produce una suba en los precios internos de ese alimento que
justifique ese tipo de operaciones”.
El desbarajuste es
tal que el corresponsal en Buenos Aires del diario El País, de Madrid, describe así las últimas horas. “Este jueves consiguieron [por los ministros del
Gobierno] que las farmacéuticas locales reduzcan a la mitad el reciente aumento
de los valores de medicamentos, del 14% al 7%. Además negocian con las
petroleras para evitar un fuerte incremento de los combustibles. Algunos
productos importados aumentaron este viernes tanto como el dólar, un 40% de un
día para el otro”.
En medio del creciente
enojo social, Mauri ordenó a su jefe de Gabinete, Marcos Peña, elaborar “un
protocolo de protesta social” para que “los reclamos en la vía pública sean ‘previsibles’
y no afecten ‘la libre circulación’”, según el diario conservador La Nación. Palabras más, palabras menos:
represión.
Lo que se viene no
es mejor: aumentos en las tarifas de luz y un plan de ahorro de energía que aún
no se sabe cómo impactará, bajo la figura de la “emergencia energética”, y la
apertura indiscriminada de importaciones, que, sin duda, golpeará a las
pequeñas industrias nacionales.
Todo ello, mientras
el maurismo, ahora con el respaldo de la alquilada UCR, sigue atropellando la
Constitución y las leyes, al punto que el mismísimo diario La Nación salió a reprocharle a Mauri el exceso cometido con la designación por decreto de dos
jueces para la Corte.
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