Opacados
▪ Macri arrancó su gobierno atropellando la Constitución. Cambió el texto del juramento y su vice juró siendo aún senadora. No conforme con ello, con un decreto modificó la ley de medios. La prensa corporativa, ahora oficialista, omitió esas irregularidades, hizo destellar una asunción opaca y siguió maltratando a Cristina.
Datapuntochaco | EDITORES
Ahora sabemos por qué Mauri Macri hizo lo
que hizo para que Cristina no le traspasara el mando. Lo que hizo fue apelar,
con la anuencia judicial de un fiscal y una jueza, a un grave mamarracho
jurídico para recortar el período presidencial y sacarla del medio a la
entonces jefa de Estado.
Mauri temía que toda esa Plaza del
miércoles fuera el jueves, y, en consecuencia, su asunción quedara opacada por
la despedida a Cristina, un hecho sin precedente en la historia argentina.
Pese a que se salió con la suya, Mauri tuvo
una asunción opaca. Solo la avivaron aquellos que lo saludaron allende la
custodia, el muro de gendarmes y las vallas, en su recorrido desde el Congreso
a la Casa Rosada, y los cronistas de la prensa corporativa, que
exageraron todo cuanto pudieron.
Sin embargo, lo más grave es que Mauri
empezó su mandato violando la Constitución y otras leyes, algo que volvió a
hacer ayer, en el primer día de gestión. Veamos por qué:
1. La ceremonia de jura en el Congreso la encabezó Federico Pinedo, el
presidente “cautelar”, según la disposición de la jueza Servini de Cubría que
le recortó el mandato a Cristina. La Constitución dice claramente que la
Asamblea Legislativa debe estar presidida por el titular del Senado.
2. Mauri cambió el juramento que está escrito en la Constitución: “desempeñar
con lealtad y patriotismo el cargo de presidente (o vicepresidente) de la
Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación
Argentina”. Él juró con “lealtad y honestidad”.
3. Marta Michetti juró como vice sin que se le haya aceptado su renuncia
como senadora nacional.
4. El exsenador Ernesto Sanz, entregador de la UCR al maurismo, se sentó
en una banca durante la Asamblea Legislativa, pese a que no es legislador.
5. Entre sus primeros 29 DNU, Mauri dispuso que la Autoridad Federal de
Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) y la Autoridad Federal de
Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Aftic) dejen de pertenecer a la Presidencia y pasen al creado Ministerio de Comunicaciones, a cargo del
radical Oscar Aguad. Además del cambio de órbita, el DNU modifica en parte la
ley de medios, declarada constitucional por la Corte Suprema de Justicia.
Detalles, dirán algunos, pero si todo eso
lo hubiera hecho Cristina o algún kirchnerista, ¿qué habría sucedido? Escándalo
planetario. Si hubo un gobierno al que la oposición política y mediática exigió
a rajatabla cumplir con las formalidades, ese fue el de Cristina. Sin embargo, no
hubo reciprocidad: el maltrato dispensado a la expresidenta (en gran medida,
por su condición de mujer) no tiene parangón. Máximo Kirchner contó, en radio
Continental, que, en 2011, cuando Cristina ganó con casi el 55%, ninguno de sus
adversarios (Hermes Binner, Ricardo Alfonsín, Alberto Rodríguez Saá, Elisa
Carrió, Eduardo Duhalde y Jorge Altamira) llamó para saludarla por el triunfo.
▪
La despedida | MÁS
Ahora, la prensa corporativa, “abanderada”
del puritanismo republicano, no advirtió los primeros atropellos de su líder. Por el contrario, la columna
de Joaquín Morales Solá de ayer en La Nación, titulada Una muestra de autoridad,
está íntegramente dedicada a legitimar y aplaudir el circo maurista de la
asunción. “Un presidente [por Mauri] que prefirió la síntesis, que es de
agradecer después de tanto palabrerío inútil, para mencionar los problemas
concretos del país sin echarle la culpa a nadie y sin insultar a nadie. Una
familia normal que accede al poder tras una década en la que marido y esposa
disputaban el poder y los hijos eran empujados hacia la lucha política (...) Una
normalidad saludada por una multitud inesperada. ¿De dónde salieron esos miles
de argentinos que intuyeron que su presidente necesitaba la compañía de la
sociedad? ¿De dónde, si fue un día laborable y no había colectivos para
movilizar militantes? Es probable que muchos de esos argentinos hayan sido
lanzados a la calle por los últimos berrinches de Cristina Kirchner. Tanto la
disputa por el lugar de entrega de los símbolos presidenciales como el fanático
acto cristinista de anteayer fueron gestos de una autócrata que ha perdido el
sentido de los límites políticos y personales. Ese es, y era, el principal
problema de la mandataria que se fue”.
Está claro cuál es el problema de la prensa
ahora oficialista. Los cientos de miles que fueron a despedir a Cristina el
miércoles en la Plaza de Mayo fue un acto de “fanáticos” llevados en
colectivos. Los pocos que fueron el jueves a saludar a Macri son argentinos
normales, que “intuyeron” que Mauri los necesitaba.
No conforme con adular a Mauri, Morales
Solá sigue con su obsesiva befa anti-K. Según él, Cristina fue “obligada por la
Justicia a irse sin honores”. Se equivoca el destacado columnista:
1. El deshonor habría sido traspasarle el mando al primer presidente que
llega al cargo procesado –en este caso por escuchas ilegales– y que Morales
Solá tampoco recuerda. Es muy sintomática la amnesia de la prensa pro PRO
acerca del caso.
2. El deshonor habría sido entregarle el bastón a quien, como dice Marcelo Justo en Página 12, buscó durante los últimos ocho años que Cristina se fuera, no ya por la puerta chica, sino por
la ventana o en helicóptero. Mauri está en la lista de quienes golpearon las
puertas de la embajada de EE. UU. para destituir a los Kirchner. En
Politileaks, de Santiago O’Donnell cuenta que la entonces embajadora Vilma
Martínez escribió a Washington que Macri era un maleducado. En 2008, según
WikiLeaks, Mauri le había dicho al gobernador de Carolina del Sur que Néstor
Kirchner estaba loco y reclamaba que EE. UU. lo frenara.
Por suerte, Cristina se fue despedida por
cientos de miles en la Plaza y decenas de millones en todo el país.
Otra cosa: habrá que recordarle a Mauri que
su mandato vencerá el 9 de diciembre de 2019, a las 23.59. Que no será él quien
le entregue el mando al próximo presidente (suponemos que su republicanismo no
le permitirá a aspirar a la reelección), sino el presidente “cautelar” de ese
momento. Salvo que quiera finalizar su gestión como la empezó.
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