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El Pelafustán

1.12.18

¿Son posibles los chalecos amarillos en Argentina?




















Protesta de los chalecos amarillos en París./ AP. 

Los gilets jaunes se rebelan contra Macron, cuyo gobierno no deja de favorecer a los sectores más pudientes en desmedro de la clase asalariada, los jubilados y los estudiantes. Macri implementa políticas similares con costos sociales aún más altos que los de Francia. El hartazgo argentino sigue contenido por la “grieta”.  

Datapuntochaco | ANÁLISIS


Francia vive por estas horas momentos aciagos. Los chalecos amarillos (gilets jaunes) convulsionan a un país cuyo gobierno, el de Emmanuel Macron, no deja de favorecer a los sectores más pudientes en desmedro de la clase asalariada, los jubilados y los estudiantes. Y el hartazgo llegó.
Las protestas de los chalecos amarillos, con cortes de rutas y barricadas en los centros urbanos, comenzaron como una reacción espontánea ante el aumento de la tasa interna de combustible, con impacto directo en el precio del gasoil, el hidrocarburo más usado en Francia.
Con el paso de los días y las multitudinarias manifestaciones del 17 y 24 de noviembre en París y otras ciudades, otros sectores de la sociedad francesa enojados con las políticas de Macron se unieron a los chalecos amarillos, la prenda obligatoria de los automovilistas en Francia.
El malestar ya no es solo por cómo afectará el alza del gasoil a los millones de trabajadores que se desplazan en automóvil desde las afueras de las urbes, sino por cómo se lleva adelante la economía desde el Palacio del Elíseo. En las protestas ahora también se escucha el pedido de renuncia de Macron.
Macron eliminó el impuesto a las fortunas, algo similar al de bienes personales que su par argentino, Maurice Macri, recortó en 80% a poco de asumir en 2015. La indignación de los franceses pasa por ese punto: por qué la clase asalariada tiene que pagar el viraje hacia las energías renovables, mientras los ricos son eximidos de impuestos.
“Gracias a las reformas fiscales del Gobierno, a la supresión del ISF (impuesto sobre las fortunas) y la reducción del impuesto sobre las rentas del capital, el 1% de los más ricos verán incrementar sus fortunas en un 6% en 2019, y el 0,4% de los más ricos incrementarán su poder de compra en 28.300 euros. Al mismo tiempo, el 20% de los menos ricos, con la reforma de los subsidios para vivienda y la reducción de las pensiones, verán reducirse sus ingresos sin ver incrementadas las prestaciones sociales, al mismo tiempo que los precios siguen incrementándose”, reseña Leon Cremieux, en un artículo publicado en Viento Sur.
Cualquier parecido con lo ocurrido desde 2015 en la Argentina con el gobierno de Cambiemos no es pura coincidencia: es el plan de todo gobierno neoliberal favorecer al poder económico y los sectores adinerados, y expoliar a las clases populares.
Macri lo hizo acá, con el recorte de las retenciones al campo y a la minería apenas asumió la Presidencia, y después bajó las jubilaciones con una supuesta reparación histórica que a todas luces se constituyó en una gran estafa.
En Francia, a Macron lo llaman Luis XIV, en alusión al monarca que pedía apropiarse del dinero de los pobres, total “son muchos y no se quejan”.
En Argentina, desde que asumió el Ingeniero Indolente el precio de los combustibles no para de subir. Solo en 2018 aumentaron en 65%, con impacto directo en el costo de los alimentos básicos.
En Francia, los combustibles se incrementaron 23% en un año, casi 3 veces menos que en Argentina. Sin embargo, esa fue la chispa que encendió la ira de los gilets jaunes, mientras acá nadie parece molestarse por las políticas de saqueo de Macri, cuyos efectos aún no se sintieron en su verdadera dimensión.
La inflación alcanzará este año al 50% en la Argentina. Sin embargo, las señoras no se quejan en las colas de los supermercados como lo hacían cuando gobernaba Cristina y la inflación superaba el 20% anual, con paritarias por encima de ese porcentaje.
En Francia, con 1,19% de inflación anual (2017), 75.000 franceses (según el Ministerio del Interior) salieron a las calles este 1 de diciembre en el todo el país a protestar contra el gobierno porque los ingresos alcanzan cada vez menos, con graves disturbios en los Campos Elíseos y en uno de los emblemáticos monumentos de la capital, el Arco del Triunfo.
En Argentina, si hay un corte de ruta, la gran mayoría entiende que quienes protestan deben ser llevados a la cárcel, golpeados por la Gendarmería y, de ser posible, asesinados en la plaza pública, porque les ocasionan retrasos en sus cómodas vidas cotidianas de mediopelos.
En Francia, los cortes de rutas, autopistas y rotondas suman apoyo. Las encuestas revelan que una gran mayoría respalda el reclamo de los chalecos amarillos. Según datos de la firma Elabe para el canal BFMTV, solo el 17 por ciento de los franceses son hostiles a este movimiento y 8 por ciento, indiferente. El 69 por ciento es favorable a que continúen las protestas.
En Argentina, una gran mayoría confía en las noticias del establishment mediático, como Clarín y La Nación, provocadores y alentadores de lo que se llama la “grieta”, sintetizada en asociar todo acto de corrupción con el kirchnerismo y esconder los actos de corrupción del macrismo.
En Francia, el movimiento surgido con los chalecos amarillos rechaza a la prensa, a la que ven como “manipuladora”, en particular a BFMTV, a la que llaman “la tele de Macron”, el equivalente a nuestro TN.
“Es el presidente de los muy muy ricos”. “Nos insulta, nos degrada, nos humilla”, opinan en Francia del presidente. En Argentina, está comprobado que Macri gobierna para los “muy muy ricos”, pero hay argentinos que creen que, como es rico, no roba.
¿Es posible una revuelta como la de los gilets jaunes en Argentina? El parecido entre Macri y Macron es evidente. Los argentinos, en cambio, no nos parecemos tanto a los franceses. Y el hartazgo argentino está contenido por la “grieta”.

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