¿Y el espíritu navideño?
▪ Nadie me supo dar señas de él. En la esquina, me asaltó sin aviso previo la mirada de un niño con un trapito en sus manos desnudas de futuro. Pareció intuir mi desesperada búsqueda y sólo calló. También a él se le habrá escapado seguramente.
¿Alguien sabe por dónde anda el Espíritu
Navideño? No sé dónde lo dejé el año pasado. Encontré el de 2015, pero estaba
vencido. El de 2016 estaba tan hecho pelota que no me animé siquiera a
cambiarlo de ese rincón casi olvidado de mi alma. El de 2017 sencillamente se
fugó.
La tristeza prolongada nunca fue para mí
una compañera de viaje. Pero, hoy, hasta a ella la extraño.
Busqué al espíritu navideño en mi cuadra.
Nadie me supo dar señas de él.
En la esquina, me asaltó sin aviso previo
la mirada de un niño con un trapito en sus manos desnudas de futuro. Pareció
intuir mi desesperada búsqueda y sólo calló. También a él se le habrá escapado
seguramente.
Tampoco lo encontré en las furtivas miradas
que me atreví a cruzar con las obreras del amor de la vuelta de mi casa. Por
ahí, ni siquiera pasó.
Volví a mi casa. Exhausto volví.
A pocas horas de la llegada de la
Nochebuena, no podía sostener siquiera la idea de que llegara esa hora y yo
anduviera por ahí buscando.
En la tele, imposible encontrarlo. En los diarios,
ni hablar.
“Es que vienen feas estas Fiestas para los
de abajo”, pensé a modo de autoconsuelo.
Tanta pesadilla venida por voto popular es
todavía una aseveración que me parece kafkiana.
“¿Alguien sabe por dónde anda el Espíritu
Navideño? No sé dónde lo dejé el año pasado”, escribí en un grupo de guasap. Es
un grupo de tantos, pero para mí es algo así como un refugio digital. Es un
grupo de “compañeros” de la secundaria. Lo llamamos “XY0028”. Ninguna lógica
puede responder por qué ese nombre. Fue azaroso y arbitrario el bautismo del
grupo.
La respuesta no se hizo esperar desde los
dedos de Ana. Y, seguro, también desde su alma y su inteligencia que tanto
admiro.
“El espíritu Navideño está en nosotros,
Joselo. En vos, en mí, en nuestros amigos que viven tras una esperanza de
bienestar, salud, paz y trabajo. Y no sólo para uno, sino para todos.
El buen vivir no lo ansiamos para nosotros,
lo queremos también para cada uno de los otros. Con “La patria es el otro”
sellamos la solidaridad y los buenos deseos para el otro”, escribió.
Me dio ánimo.
El suficiente para seguir buscando.
El suficiente para seguir buscando.
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