Otra vez
Marcha contra la flexibilización laboral, el 29 de noviembre. | FACEBOOK
▪ La mentira ya está naturalizada en los medios hegemónicos de la Argentina.
Como en una letanía sin solución de
continuidad, la mentira ya está naturalizada en los medios hegemónicos de la
República Argentina.
El miércoles 29 de noviembre, 300.000
argentinos marcharon hacia la Plaza de los Congresos para expresar su rechazo a
las leyes de flexibilización laboral y previsional. De los tres medios porteños
con alcance territorial en todo el país, sólo Página 12 informó sobre el tema en su tapa con una foto en la
esquina superior derecha. Mientras, para La
Nación y Clarín el tema no
mereció siquiera una mención.
¿Olvido? Imposible. ¿Descuido editorial?
También, imposible. La omisión de semejante cantidad de argentinos en la plaza
no tiene otro fin que el de mentir lisa y llanamente. Y mentir desde el peor
lugar: con total conciencia de lo que se está haciendo. Los cómplices y los
incautos lectores festejarán esto. No es solamente ocultamiento voluntario de
una realidad sino también un acto perpetrado desde una inmunda impudicia que
raya lo pornográfico y que, sin lugar a dudas, no se hace desde el periodismo,
oficio al que prostituyen estos medios hasta en los cantos de las hojas de sus
escatológicas páginas.
Claro, los diarios no nacen por generación espontánea. Hay en ellos trabajadores. Entre ellos, los periodistas. Separemos algunas aguas. Hay dos clases de periodistas. Aquéllos que escriben para el medio y aquéllos que firman sus notas y columnas.
Los primeros son sólo empleados y que, más
allá de sus distancias con la línea editorial del diario, tienen que ganarse la
vida y su carrera periodística no comenzará plenamente hasta que, por el mérito
que sea, logren firmar sus artículos. Es cierto que cada uno es responsable de
la porción de dignidad que se lleva a la boca. Pero, en los comienzos en el
periodismo no se puede elegir dónde trabajar. Y comer hay que comer.
Cuando los periodistas sin firma mienten,
casi podríamos expiar su pecado ya que lo hacen como consecuencia de tener que
llevar el pan a la mesa. Pero, cuando lo hacen aquéllos con sus nombres y
apellidos en letras de molde lo hacen desde la medianía más repugnante y ese
acto lo perpetran con total vocación y voluntad de mentir. Y mienten a
mansalva.
Vaya para ellos, un pensamiento.
El más triste de todos.
Letanía para el Día de los Derechos Humanos
Salvador de Madariaga
10 diciembre, 2008
Por aquellos que se agarran sin esperanza
a los barrotes de la cárcel,
para que podamos pasearnos libremente.
Un pensamiento.
Por aquellos que se pudren en la oscuridad,
para que podamos pasearnos a la luz del
sol.
Un pensamiento.
Por aquellos a los que han roto las
costillas,
para que podamos respirar bien.
Un pensamiento.
Por aquellos a los que han roto la espalda,
para que podamos caminar erguidos.
Un pensamiento.
Por aquellos a los que han abofeteado la
cara,
para que podamos caminar sin temor a que
nos peguen.
Un pensamiento.
Por aquellos a los que han destrozado la
boca,
para que podamos hablar en alto.
Un pensamiento.
Por aquellos cuyo orgullo machacado
yace en el suelo de sus mazmorras,
para que podamos hablar en alto.
Un pensamiento.
Por aquellos cuyas esposas viven
angustiadas,
para que nuestras esposas vivan felices.
Un pensamiento.
Por aquellos cuyo país está encadenado,
para que nuestros países sean libres.
Un pensamiento.
Y por sus carceleros y verdugos.
Un pensamiento.
El más triste de todos: son los más
mutilados
y el Día de la Justicia llegará
inevitablemente.
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