No nos tome por idiotas
El festejo macrista, en la noche del 13 de agosto.
▪ Carta abierta a la gobernadora de Buenos Aires.
Señora gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Aunque poco le importe, soy un docente y periodista de Chaco quien aún no puede superar el estupor por el hecho que su gobierno decidiera ralentizar y suspender el conteo de votos del escrutinio de la elección llevada a cabo el domingo 13 de agosto de 2017.
Al comienzo, todo parecía una trapisonda de elección: cargar primero los datos favorables al oficialismo y luego los demás. Pero, cuando suspendieron ustedes el conteo provisorio de votos, la travesura se transformó lisa y llanamente en una tropelía moral y una tomada de pelo a todo el pueblo argentino que confió en la transparencia de un acto eleccionario que ustedes se encargaron de convertir en una farsa grotesca.
El sainete tuvo un punto álgido con su incalificable “actuación” (para usted, seguramente, se dirá acting) cuando, en una poco creíble puesta en escena afirmó usted que habían hecho ustedes una “gran” elección. El teatro es una de mis aficiones. Y créame que sé distinguir una puesta en escena de un mamarracho.
Pero, esa ridícula pantomima no era sino la punta de un ovillo que, al desmadejarse, sólo puede causar náuseas a quienes poseemos mínimas capacidades intelectuales pero altos valores éticos (le traduciría al inglés la palabra “ética”, pero no creo que le resulte familiar el término ni aún en la lengua del imperio). El sincronizado plan incluía no sólo la puesta en escena sino también que esa parodia se transformara en la tapa de los diarios (fundamentalmente, los hegemónicos), inocultables cómplices en esta operación.
Lo lograron.
Y como si esto fuera poco, el martes especularían con que la respuesta de los mercados y la bolsa fueron favorables ante el “triunfo” de Cambiemos. El término “euforia” en el título central de uno de esos antros periodísticos prueba suficientemente el “acuerdo”. Aún para el mínimo sentido común. Salieron ustedes a festejar y, ¿quién festeja una derrota? La mejor prueba es que quien habló en esa bufonada fue usted, quien ni siquiera era candidata. ¿Por qué? Simple: porque esa operación de decir sin verbalizar debía ser encarado por alguien capaz y usted lo es. No así quien era candidato ya que había demostrado durante la campaña su inhabilidad lingüística.
Ahora bien, como soy lego en la materia, ignoro si lo que hicieron es legalmente imputable. En realidad, tampoco me importa porque sé que si la situación llegara a Tribunales cuentan ustedes con el Partido Judicial. Es tal el nivel de vuestra impunidad como de nuestra impotencia.
Créame, señora gobernadora de la provincia de Buenos Aires, que somos muchos más de los que usted cree los que podemos distinguir la ironía del cinismo. Pues bien, cuando el martes usted misma salió a afirmar: “Yo nunca dije que ganamos en la provincia de Buenos Aires”, ejerció usted el cinismo elevado a una potencia inusitada. Ni falta hacía que lo dijera. Si bien la frase “ganamos” no estuvo en su discurso, era más que obvio que mostrar su imagen y en los videográficos de las pantallas los rostros de Bullrich y de CFK en los que el primero “aventajaba” por varios puntos a la expresidenta era una puesta en escena que apuntaba a transmitir el claro mensaje no-verbalizado: “ganamos”.
Quien crea que usted no dijo lo que dijo no verbalizando y sólo porque usted lo afirma es lisa y llanamente o cómplice de ustedes o un idiota (ocupo el término en su sentido etimológico). Pero, ¿sabe qué, señora gobernadora?, hay muy pocos idiotas en nuestro país. Y la lista de sus cómplices está cada vez más a la vista.
Le aclaro que me dirijo a usted con respeto, no porque usted lo merezca sino porque me considero una persona educada.
Señora, le ruego. No nos tome usted por idiotas.
Al comienzo, todo parecía una trapisonda de elección: cargar primero los datos favorables al oficialismo y luego los demás. Pero, cuando suspendieron ustedes el conteo provisorio de votos, la travesura se transformó lisa y llanamente en una tropelía moral y una tomada de pelo a todo el pueblo argentino que confió en la transparencia de un acto eleccionario que ustedes se encargaron de convertir en una farsa grotesca.
El sainete tuvo un punto álgido con su incalificable “actuación” (para usted, seguramente, se dirá acting) cuando, en una poco creíble puesta en escena afirmó usted que habían hecho ustedes una “gran” elección. El teatro es una de mis aficiones. Y créame que sé distinguir una puesta en escena de un mamarracho.
Pero, esa ridícula pantomima no era sino la punta de un ovillo que, al desmadejarse, sólo puede causar náuseas a quienes poseemos mínimas capacidades intelectuales pero altos valores éticos (le traduciría al inglés la palabra “ética”, pero no creo que le resulte familiar el término ni aún en la lengua del imperio). El sincronizado plan incluía no sólo la puesta en escena sino también que esa parodia se transformara en la tapa de los diarios (fundamentalmente, los hegemónicos), inocultables cómplices en esta operación.
Lo lograron.
Y como si esto fuera poco, el martes especularían con que la respuesta de los mercados y la bolsa fueron favorables ante el “triunfo” de Cambiemos. El término “euforia” en el título central de uno de esos antros periodísticos prueba suficientemente el “acuerdo”. Aún para el mínimo sentido común. Salieron ustedes a festejar y, ¿quién festeja una derrota? La mejor prueba es que quien habló en esa bufonada fue usted, quien ni siquiera era candidata. ¿Por qué? Simple: porque esa operación de decir sin verbalizar debía ser encarado por alguien capaz y usted lo es. No así quien era candidato ya que había demostrado durante la campaña su inhabilidad lingüística.
Ahora bien, como soy lego en la materia, ignoro si lo que hicieron es legalmente imputable. En realidad, tampoco me importa porque sé que si la situación llegara a Tribunales cuentan ustedes con el Partido Judicial. Es tal el nivel de vuestra impunidad como de nuestra impotencia.
Créame, señora gobernadora de la provincia de Buenos Aires, que somos muchos más de los que usted cree los que podemos distinguir la ironía del cinismo. Pues bien, cuando el martes usted misma salió a afirmar: “Yo nunca dije que ganamos en la provincia de Buenos Aires”, ejerció usted el cinismo elevado a una potencia inusitada. Ni falta hacía que lo dijera. Si bien la frase “ganamos” no estuvo en su discurso, era más que obvio que mostrar su imagen y en los videográficos de las pantallas los rostros de Bullrich y de CFK en los que el primero “aventajaba” por varios puntos a la expresidenta era una puesta en escena que apuntaba a transmitir el claro mensaje no-verbalizado: “ganamos”.
Quien crea que usted no dijo lo que dijo no verbalizando y sólo porque usted lo afirma es lisa y llanamente o cómplice de ustedes o un idiota (ocupo el término en su sentido etimológico). Pero, ¿sabe qué, señora gobernadora?, hay muy pocos idiotas en nuestro país. Y la lista de sus cómplices está cada vez más a la vista.
Le aclaro que me dirijo a usted con respeto, no porque usted lo merezca sino porque me considero una persona educada.
Señora, le ruego. No nos tome usted por idiotas.
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