Diciembre
Entre
las frases hechas más conocidas y repetidas se encuentra, sin duda, “¡Cómo pasó
el año, ya estamos en diciembre!” y de inmediato comienza a llenarse la agenda
de despedidas y preparativos para Navidad y Año Nuevo.
Para
algunos, alegría; para otros, el fin de año se torna insoportable. Cada uno sobrevive
como puede, a su manera. Inflación, medio aguinaldo, impuesto a las ganancias,
vacaciones, dólar (para ahorro, “negro”, contado con “liqui”). En fin,
Argentina.
Sin
embargo, en el último lustro (minutos más, días menos) llegar a diciembre
significa una sola cosa en país: caos. Saqueos, inseguridad, estrés, represión,
alzamientos policiales. Una molotov que cada fin de año nos estalla en la cara,
como indefensos habitantes de un país casi extraño. Somos nosotros, pero no nos
reconocemos.
Diciembre,
cuando el calor comienza a chamuscar cabezas, será un mes clave para terminar
con los últimos cinco años de intentonas desestabilizadoras (no de un gobierno,
sino de más de 40 millones de argentinos). O, por lo menos, como dicen
(irónicamente) en la revista Barcelona:
que sea un año de “saqueos cuidados”.
Otra advertencia de Barcelona sobre diciembre.
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