Quiénes pagarán la fiesta del dólar y las Lebac
▪ Los efectos colaterales de la “semana negra” los sentirán, como siempre, los sectores con ingresos bajos y medios, sin capacidad de ahorro. En la City porteña trabajaron hasta tarde para asentar las grandes fortunas que hicieron los peces gordos con la especulación cambiaria. Hay asalariados endeudados de por vida con los créditos UVA. El Gobierno sigue mintiendo sobre las verdaderas causas del descalabro y lo atribuye a un déficit fiscal “heredado”.
Cuentan que en las redes sociales y grupos
de WhatsApp circulan mensajes de gente que relativiza la gravedad de la crisis
económica actual con tal de no admitir que, desde que asumió el ingeniero
indolente Maurice Macri, todo está peor en el país.
La suba del dólar a $ 25 en días significa una devaluación del peso del 27% desde diciembre hasta hoy y del 150% desde que gobierna Cambiemos. En diciembre de 2015, antes de jurar el Ingeniero Indolente, el dólar se cotizaba a $ 9,785.
La devaluación acarreará más miseria de la que ya hay y que se agravará con las exigencias del FMI para otorgar el préstamo solicitado por el Gobierno para cubrir el agujero que ellos mismos ocasionaron. El impacto lo sentirán los sectores asalariados, los jubilados y pensionados con haberes mínimos y medios, y, claro está, aquellos que sufren desde hace dos años y algo más las políticas de la alianza maurista.
Los mensajes en las redes son montajes de un supuesto boom del consumo que no existe, con el fin de contrastar el panorama desolador que en verdad se impone en la economía argentina. El historiador Norberto Galasso creó ese personaje llamado Inocencio Esquilmao, una versión actual del mediopelo de Jauretche, y que representa a ese sector que festejó el fin del cepo, aun cuando ahora no pueda comprar ni un dólar por la pérdida de poder adquisitivo de sus ingresos debido a la inflación y los tarifazos, o porque perdió el empleo.
La suba del dólar a $ 25 en días significa una devaluación del peso del 27% desde diciembre hasta hoy y del 150% desde que gobierna Cambiemos. En diciembre de 2015, antes de jurar el Ingeniero Indolente, el dólar se cotizaba a $ 9,785.
La devaluación acarreará más miseria de la que ya hay y que se agravará con las exigencias del FMI para otorgar el préstamo solicitado por el Gobierno para cubrir el agujero que ellos mismos ocasionaron. El impacto lo sentirán los sectores asalariados, los jubilados y pensionados con haberes mínimos y medios, y, claro está, aquellos que sufren desde hace dos años y algo más las políticas de la alianza maurista.
Los mensajes en las redes son montajes de un supuesto boom del consumo que no existe, con el fin de contrastar el panorama desolador que en verdad se impone en la economía argentina. El historiador Norberto Galasso creó ese personaje llamado Inocencio Esquilmao, una versión actual del mediopelo de Jauretche, y que representa a ese sector que festejó el fin del cepo, aun cuando ahora no pueda comprar ni un dólar por la pérdida de poder adquisitivo de sus ingresos debido a la inflación y los tarifazos, o porque perdió el empleo.
“Ni bancos cubiertos de chapa acanalada ni ‘ahorristas
y artesanos tomados de la mano’. ¿No era que a la clase media lo único que la
despierta es que le toquen el bolsillo? Entre los amigos que trabajan en el
sector financiero se cuentan que en estas semanas se quedan hasta tarde en la
oficina para terminar los trámites burocráticos de las operaciones urgentes: los
pequeños ahorristas que pasan todo a dólares porque les resulta imposible
confiar en el sistema, los peces gordos que están haciendo fortunas desde hace
15 días”, cuenta María Mansilla en Anfibia.
“Como consecuencia de esta renovación de Lebac [Letras del Banco Central] lo más probable es que haya un salto significativo en los intereses, y esto encarece también el crédito de consumo, el hipotecario. La persona que está en proceso de compra de una vivienda ve ese efecto hoy. Para los demás el coletazo también va a llegar: en un mes sí vamos a ver cómo estos problemas se trasladan con rezago a la economía real, a la vida cotidiana de la gente”, dice Matías Kulfas, economista, docente en la UNSAM, exgerente general del BCRA.
“Como consecuencia de esta renovación de Lebac [Letras del Banco Central] lo más probable es que haya un salto significativo en los intereses, y esto encarece también el crédito de consumo, el hipotecario. La persona que está en proceso de compra de una vivienda ve ese efecto hoy. Para los demás el coletazo también va a llegar: en un mes sí vamos a ver cómo estos problemas se trasladan con rezago a la economía real, a la vida cotidiana de la gente”, dice Matías Kulfas, economista, docente en la UNSAM, exgerente general del BCRA.
El golpe se hará sentir con menor capacidad
de consumo y caída de ventas en comercios e industrias. “Así se genera un
círculo negativo en la actividad económica. A mucha gente los ingresos ya no
les van a alcanzar para comprar los bienes que necesitan, y tendrán que hacer un
ajuste dentro de sus hogares”, analiza Kulfas en Anfibia.
OTRAS FOTOS
También por las redes circularon imágenes de camiones de Prosegur en el aeropuerto de Ezeiza, que transmitían la idea que cómo se llevaban el dinero al exterior. Martín Kalos, licenciado en Economía y director de EPYCA Consultores, aclara: “Tenemos esta idea de que trasladan el dinero afuera. Pero para ver esa escena tendrían que mandarme la foto de la pantalla de una computadora en el momento en el que se realiza una transferencia bancaria, es decir, con una mano apretando enter. Esa es la imagen. En realidad, tendrían que ser transferencias entre fideicomisos, fondos fiduciarios, cuentas offshore: esa es la verdadera fuga grosera, no la que está en el imaginario popular, la de los camiones de los ricos”.
Kalos ya se imagina otra foto más, una que a mediano plazo va a mostrar los efectos colaterales de esta semana negra: el tendal de desempleo que va a provocar la baja del gasto en la obra pública. “La construcción en ese sector es una fuente de trabajo primordial en muchas localidades del Conurbano y a nivel federal”, dice.
La angustia por el temor a un nuevo
corralito gobierna por estos días aciagos el ánimo de los pequeños ahorristas. Pero
hay otro sector que está desvelado desde que el gobierno del Ingeniero
Indolente convirtió al país en una timba. “Las últimas cuatro semanas, Viviana
y su marido apenas durmieron. Discutieron, lloraron, miraron al techo pensando
qué hacer. Llegaron a preguntarse: ‘¿Y si rechazamos el crédito?’. De día
chateaban sin parar, intercambiaban capturas de pantalla siguiendo la
cotización del dólar. Tienen 40 años. Él es empleado en una compañía de
telecomunicaciones, ella dirige una escuela, pero en este contexto apenas
pudieron prestarle atención a otros temas.
Habían pedido un crédito UVA en el Banco
Nación en junio de 2017. La casa que eligieron salía USD 100.000, esto es $ 1.700.000.
Se lo confirmaron en marzo de 2018 y terminaron pagando más de $ 2 millones. En
el banco rogaron la posibilidad de buscar una casa más barata porque no
llegaban a cubrir la diferencia de dinero, pero si lo hacían el trámite volvía
al principio y corrían el riesgo de no conseguir la financiación. Decidieron
seguir, pero para eso tuvieron que sacar dos préstamos personales. Viviana y
Ramiro están más angustiados que durante los 12 años que alquilaron. Saben que
no zafan: la preocupación crónica se mudará con ellos”.
“A los sectores de ingresos medios, los que
ahorran pesito a pesito para un consumo más durable o para invertir en un
activo físico, este escenario les va a hacer todo más difícil”, dice Corina
Rodríguez Enríquez, economista, investigadora del Centro Interdisciplinario
para el Estado de Políticas Públicas CIEPP del Conicet. “Por un lado, se
encarecen los mecanismos de financiamiento y esto afecta de manera negativa a
quienes han tomado créditos. Por otro, cada vez van a poder ahorrar menos por
el aumento de precios y la pérdida del poder adquisitivo”, advierte.
“CONSUMIR MENOS, TRABAJAR MUCHO, RECLAMAR NADA”
“CONSUMIR MENOS, TRABAJAR MUCHO, RECLAMAR NADA”
“Es una victoria del neoliberalismo creer
que todo esto sucede por un orden natural, pensar que no hay personas detrás de
estas decisiones. De hecho, sí las hay: hay grandes grupos que toman decisiones
de distribución de los recursos entre ricos, pobres, grupos locales, externos”,
dice Lucía Cirmi Obon, economista feminista y becaria doctoral del Conicet.
Por eso es inadmisible el mensaje del Gobierno achacando a “todos los argentinos” sus supuestos errores, como lo hizo Marcos Peña o Rogelio Frigerio. El asalariado, el jubilado, el docente, los monotributistas (esa nueva categoría de trabajadores que masificó Cambiemos) no tienen ningún grado de responsabilidad en la disparada del dólar, del mismo modo que no la tienen con el aumento desmesurado de las tarifas de los servicios públicos. La decisión de estafar con los aumentos responde más a facilitarles grandes ganancias a las empresas energéticas (cuyos dueños son allegados al Ingeniero Indolente) que a corregir los desaciertos del kirchnerismo o, como dice Macri, el derroche de energía.
“Consumir menos, gastar poco, trabajar mucho y demandar nada” es la fórmula del maurismo. “Forma menos parte de una política energética, productiva y económica que de una pura estética del ascetismo que tiene resonancia comunicativa en sensibilidades políticas hoy reavivadas”, analiza Gonzalo Assusa, también en Anfibia.
Por eso es inadmisible el mensaje del Gobierno achacando a “todos los argentinos” sus supuestos errores, como lo hizo Marcos Peña o Rogelio Frigerio. El asalariado, el jubilado, el docente, los monotributistas (esa nueva categoría de trabajadores que masificó Cambiemos) no tienen ningún grado de responsabilidad en la disparada del dólar, del mismo modo que no la tienen con el aumento desmesurado de las tarifas de los servicios públicos. La decisión de estafar con los aumentos responde más a facilitarles grandes ganancias a las empresas energéticas (cuyos dueños son allegados al Ingeniero Indolente) que a corregir los desaciertos del kirchnerismo o, como dice Macri, el derroche de energía.
“Consumir menos, gastar poco, trabajar mucho y demandar nada” es la fórmula del maurismo. “Forma menos parte de una política energética, productiva y económica que de una pura estética del ascetismo que tiene resonancia comunicativa en sensibilidades políticas hoy reavivadas”, analiza Gonzalo Assusa, también en Anfibia.
“El ascetismo macrista
es un ascetismo de la estética, consonante con la idolatría del emprendedurismo
al estilo Steve Jobs, con la sobriedad como gesto indistinguiblemente moral y
económico que se porta hasta en la vestimenta, la basura y las llaves de luz.
Un ascetismo que hace pie en la canilla familiar pero que desvía la mirada de
millones de litros de agua desperdiciados en el proceso productivo minero. El
ascetismo macrista es un estilo de vida tan hiperestetizado que no cabe en el
exceso de pragmatismo y despojo material que propugna”, reflexiona.
MINORÍA OLIGÁRQUICA
En un artículo publicado por la Agencia Paco Urondo, Galasso define al gobierno de Cambiemos como “una minoría oligárquica conformada por una vieja oligarquía vacuna (expresada en la Sociedad Rural y el ministro Etchevehere); las grandes multinacionales (representadas por Aranguren en el ministerio de energía); y sectores del capitalismo financiero internacional (Toto Caputo que hace los endeudamientos y anda por el mundo pasando la gorra para obtener préstamos)”.
Esta gente no comete errores. Apenas asumieron, les quitaron las retenciones al sector agroexportador y minero. Eso provocó el fuerte déficit que ahora, dicen, “todos” tenemos que contribuir para bajar. “Inmediatamente después lo que hacen es devaluar, favoreciendo a los exportadores. Después, eliminan el cepo cambiario y se toman medidas como la que los exportadores no tienen obligación de liquidar los dólares inmediatamente y lo pueden hacer cuando quieran”, repasa Galasso. “Todas esas medidas dan como resultado el incremento del déficit que ellos generaron y venden como pesada herencia”, dice. Esa es la verdad. No la que dicen ellos decir.
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