Descendientes
Macri, en el Foro de Davos 2018. | EFE
▪ La historia, la antropología y otras ciencias han demostrado exhaustivamente que ni en Argentina ni en América Latina somos “todos descendientes de europeos”, como dijo Macri en Suiza. Nuestras ascendencias son mucho más diversas de lo que pretende el imaginario europeísta que el presidente vuelve a promover.
El presidente Macri agitó uno de los mitos
más antiguos de la Argentina para fundamentar una de sus principales políticas.
Para explicar en Davos que es “natural” un acuerdo entre el Mercosur y la Unión
Europea, afirmó que “en la región todos somos descendientes de europeos”. Cabe
aclarar que la “Unión Europea”, al igual que cualquier unidad latinoamericana,
nada tiene realmente de “natural”. Son productos de decisiones económicas,
históricas, políticas. Así que, seamos o no descendientes de europeos, eso no
implicaría ninguna unión “natural”.
Pero, como la historia, la antropología y
otras ciencias han demostrado exhaustivamente, ni en Argentina ni en América
Latina somos “todos descendientes de europeos”. Actualmente, más de la mitad de
la población argentina tiene alguna ascendencia indígena, según investigaciones
del Conicet. Eso no significa que seamos indígenas, significa que nuestras
ascendencias son mucho más diversas de lo que pretende el imaginario europeísta
que el presidente vuelve a promover. Además, un 2,4 por ciento de la población
se considera a sí misma como parte de los pueblos originarios; hay
descendientes argentinos de inmigrantes latinoamericanos y afroargentinos.
Incluso, hace mucho tiempo en Argentina hay descendientes de sirios, libaneses,
chinos, coreanos... Y todos los argentinos debieran ser iguales ante la ley,
iguales en el trato de las instituciones, iguales en su derecho a ser
diferentes. Iguales cuando el presidente de la Nación afirma en público de
quiénes descendemos.
Negar nuestra diversidad es negar nuestras
historias múltiples, nuestras diferentes identidades y tradiciones. Pretender
que esa multiplicidad encaje dentro de los cánones europeístas siempre fue y
seguirá siendo un gesto autoritario. Es como decir que Argentina es un país
católico, o de gauchos, o de cualquier estereotipo que arrase nuestra
diversidad.
Estos se agrava en otros países de “la
región”, porque muchos de ellos reconocen más que la Argentina su constitución
mezclada o mestiza. En Brasil sería imposible que una autoridad política dijera
que los brasileños son todos descendientes de europeos. Lo mismo en Paraguay,
incluso en socios como Bolivia. Y ellos siguen siendo mayoría por lejos en el
Mercosur.
Es muy cierto que la Argentina es un país
muy abierto. Por ejemplo, los hijos de los argentinos que emigran a Europa no
pueden ser presidentes; en cambio, aquí el hijo de un inmigrante europeo puede
ser presidente de la Nación. Se lo considera argentino, se le otorga
ciudadanía. Pero no es aceptable que, desde posiciones públicas, los hijos de
los inmigrantes europeos pretendan que todo el país es igual a ellos.
* Antropólogo
Rafita
0 comentarios:
Publicar un comentario