Once años
▪ El blog celebra este mes otro aniversario con reflexiones acerca del periodismo.
¿El periodismo está en crisis? “Son los
medios los que están en crisis, las empresas. Me da mucha desazón la
precarización laboral de colegas que no trabajan en buenas condiciones. Se
ocupan de varias cosas a la vez, de la Web y del papel, de editar la nota
propia, de titular, de llevar las cuentas de Twitter y de Facebook, de escribir
corto y de escribir rápido; encima se estresan porque la nota no tiene las
mediciones adecuadas”, responde la periodista Leila Guerriero en una entrevista con La Nación.
“Eso me parece injusto y no va en pos de un
periodismo interesante”, agrega la autora de Voltios. La crisis energética y la
deuda eléctrica. “Me interesa que los medios sigan existiendo y creo en un
periodismo de buena calidad, con datos confiables y que incluso sea fuente de
educación”, dice.
El periodismo de buena calidad es en estas
tierras una entelequia. Los diarios tradicionales de la región y también los
más nuevos no tienen ningún vínculo con el periodismo ni con la calidad. Sus
propietarios son millonarios, pero sus redacciones parecen buhardillas donde
reinan la desazón y la incertidumbre. Son reductos de la precarización laboral
plena, los abusos y el destrato, con personal en su mayoría con sueldos bajos y
sin cobertura social ni previsional.
Las empresas editoras de Corrientes y Chaco facturan al Estado por millones; sin embargo, ese dispendio no llega a los trabajadores de prensa, que, por el contrario, ven cada vez más recortados sus derechos y vaciados sus bolsillos. Datapuntochaco, nacido tras el colapso de una empresa periodística chaqueña, cumple 11 años este mes. En este tiempo, el blog estuvo atento al proceso de degradación de las condiciones laborales en las editoras de diarios, que, en su mayoría, fueron achicando sus plantillas hasta quedarse con lo mínimo necesario para el funcionamiento de una redacción, mientras se incorporaban las tareas paralelas de la edición web.
En diciembre pasado, el sitio web de LT 7 Radio Corrientes advirtió que “cientos de puestos de trabajo del sector de prensa se ven amenazados en Corrientes con la llegada del fin de año”. Según describió el portal, “desde hace meses, los medios en Corrientes afrontan un fuerte cimbronazo debido a un importante recorte de ingresos en la puja con el poder político de turno y la transformación digital, que de a poco va dejando obsoletos los métodos tradicionales de información”.
Las empresas editoras de Corrientes y Chaco facturan al Estado por millones; sin embargo, ese dispendio no llega a los trabajadores de prensa, que, por el contrario, ven cada vez más recortados sus derechos y vaciados sus bolsillos. Datapuntochaco, nacido tras el colapso de una empresa periodística chaqueña, cumple 11 años este mes. En este tiempo, el blog estuvo atento al proceso de degradación de las condiciones laborales en las editoras de diarios, que, en su mayoría, fueron achicando sus plantillas hasta quedarse con lo mínimo necesario para el funcionamiento de una redacción, mientras se incorporaban las tareas paralelas de la edición web.
En diciembre pasado, el sitio web de LT 7 Radio Corrientes advirtió que “cientos de puestos de trabajo del sector de prensa se ven amenazados en Corrientes con la llegada del fin de año”. Según describió el portal, “desde hace meses, los medios en Corrientes afrontan un fuerte cimbronazo debido a un importante recorte de ingresos en la puja con el poder político de turno y la transformación digital, que de a poco va dejando obsoletos los métodos tradicionales de información”.
“Los más afectados por esta situación son
los trabajadores y sus familias, quienes viven con la incertidumbre de no saber
qué pasará con sus puestos de trabajo y qué les deparará el 2018”, señaló la AM más importante de Corrientes, en lo que fue más una presión a las nuevas autoridades correntinas por la pauta
oficial que la preocupación real de la situación de los trabajadores de prensa.
Nadie desconoce la crisis en los medios de
prensa. Como publicó este blog, unos 3.000 periodistas perdieron su trabajo en los dos años de gobierno de Maurice Macri, y nada hace pensar en que esa
situación podría revertirse.
Si bien los medios en el mundo iniciaron procesos de reconversión ante el avance de la Internet, primero, y de las redes sociales, como Facebook, después, la situación en la región adquiere rasgos peculiares porque la mayoría de las empresas editoras de diarios y sitios webs de noticias se estancó en una especie de medioevo digital debido a las que dueños no están dispuestos a aumentar sus exiguos costos para ir más allá.
En otras palabras, los avances que se dieron en materia de digitalización quedaron empantanados porque las empresas no quieren pagar a los periodistas el trabajo adicional que demanda en estos tiempos recabar información a través de las herramientas digitales.
Los proyectos para que las redacciones de los diarios informen a través de Youtube o Facebook Live no fueron más allá de coberturas especiales porque la actividad periodística en la región está centrada no en la producción de contenidos sino en la difusión de lo que generan los estamentos oficiales y las entidades.
Más del 70% de los contenidos de los diarios son noticias que provienen del área de prensa gubernamental, que son difundidas tal como vienen, sin edición alguna, pese a que esos textos están lejos de respetar el abecé de la redacción periodística y, menos aún, los principios más básicos de la ortografía y la gramática.
De nada sirve armarse de una plataforma
multimedial si en definitiva no hay noticias sin partes de prensa oficial, lo
que pone en evidencia que en estas tierras más que debatir sobre los soportes
informativos habrá que preguntarse en serio si es posible hacer periodismo en
los medios tradicionales. Para quien escribe, la respuesta es: no es posible.Si bien los medios en el mundo iniciaron procesos de reconversión ante el avance de la Internet, primero, y de las redes sociales, como Facebook, después, la situación en la región adquiere rasgos peculiares porque la mayoría de las empresas editoras de diarios y sitios webs de noticias se estancó en una especie de medioevo digital debido a las que dueños no están dispuestos a aumentar sus exiguos costos para ir más allá.
En otras palabras, los avances que se dieron en materia de digitalización quedaron empantanados porque las empresas no quieren pagar a los periodistas el trabajo adicional que demanda en estos tiempos recabar información a través de las herramientas digitales.
Los proyectos para que las redacciones de los diarios informen a través de Youtube o Facebook Live no fueron más allá de coberturas especiales porque la actividad periodística en la región está centrada no en la producción de contenidos sino en la difusión de lo que generan los estamentos oficiales y las entidades.
Más del 70% de los contenidos de los diarios son noticias que provienen del área de prensa gubernamental, que son difundidas tal como vienen, sin edición alguna, pese a que esos textos están lejos de respetar el abecé de la redacción periodística y, menos aún, los principios más básicos de la ortografía y la gramática.
Rodolfo Walsh escribió en 1970 un artículo para la revista Siete Días, titulado La luz nuestra de cada noche. Según contó
Reynaldo Sietecase, Walsh invirtió para esa nota 60 páginas de apuntes y
transcripciones, 30 páginas de borradores y 20 del original, un total de 110
carillas dactilografiadas, 6 horas de grabación, 187 horas de trabajo en 13
días, casi 7 horas diarias.
En los tiempos en que vivimos, la sola idea de tener que dedicar una cuarta parte de ese tiempo y esfuerzo para un artículo provocaría un surmenage a cualquier periodista de esos que creen que en Twitter y Facebook está todo.
Las webs de los diarios se manejan con la lógica de la inmediatez e instantaneidad, como si su meta fuera saciar a un público ávido por saber qué pasa en este mismo momento y no informar. Guerriero, columnista de El País de Madrid, propone una especie de rebelión y reivindicación de la lentitud, porque, dice, “el periodismo siempre fue un oficio con gente que quería escribir para producir un efecto, como Walsh”. Ella misma escribió un original de 65 páginas para una nota sobre Mugabe para El País, publicada en 321 palabras.
La tendencia de que el periodista de estos tiempos debe hacer todo –redactar, sacar fotos, grabar videos y subirlos a Twitter, Facebook y Youtube– es, como dice Guerriero, “una gran precarización del oficio” y la excusa perfecta para los empresarios de medios para diversificar tareas por el mismo sueldo. “Eso va en detrimento de lo que más importa en el periodismo, que es el contenido. Nadie está pensando en el contenido en este plan de hagámoslo rápido”, reflexionó Guerriero en una entrevista con Sietecase, en Radio Con Vos.
A Guerriero le preguntaron: ¿tiene el periódico de papel los días contados? La respuesta: “Es un momento, como todos los momentos de cambio, de mucha confusión, y cualquier vaticinio me parece un poco vano. Deberíamos estar preocupándonos por intentar hacerlo asquerosamente bien, cosa en torno a la que veo muy poca preocupación, antes de estar devanándonos los sesos por si lo vamos a hacer en papel o en digital o en una suela de zapato”.
Y remata: “En 50 años, Internet va a ser el equivalente a los discos de vinilo. Sin embargo, estamos convencidos de que el futuro es esto y que lo que venga va a ser igual pero con leves variaciones en la velocidad de navegación y descarga. Tenemos una mirada absurdamente cortoplacista en términos de formatos. El contenido es lo que prevalece, y sin embargo casi no pensamos en él”.
En los tiempos en que vivimos, la sola idea de tener que dedicar una cuarta parte de ese tiempo y esfuerzo para un artículo provocaría un surmenage a cualquier periodista de esos que creen que en Twitter y Facebook está todo.
Las webs de los diarios se manejan con la lógica de la inmediatez e instantaneidad, como si su meta fuera saciar a un público ávido por saber qué pasa en este mismo momento y no informar. Guerriero, columnista de El País de Madrid, propone una especie de rebelión y reivindicación de la lentitud, porque, dice, “el periodismo siempre fue un oficio con gente que quería escribir para producir un efecto, como Walsh”. Ella misma escribió un original de 65 páginas para una nota sobre Mugabe para El País, publicada en 321 palabras.
La tendencia de que el periodista de estos tiempos debe hacer todo –redactar, sacar fotos, grabar videos y subirlos a Twitter, Facebook y Youtube– es, como dice Guerriero, “una gran precarización del oficio” y la excusa perfecta para los empresarios de medios para diversificar tareas por el mismo sueldo. “Eso va en detrimento de lo que más importa en el periodismo, que es el contenido. Nadie está pensando en el contenido en este plan de hagámoslo rápido”, reflexionó Guerriero en una entrevista con Sietecase, en Radio Con Vos.
A Guerriero le preguntaron: ¿tiene el periódico de papel los días contados? La respuesta: “Es un momento, como todos los momentos de cambio, de mucha confusión, y cualquier vaticinio me parece un poco vano. Deberíamos estar preocupándonos por intentar hacerlo asquerosamente bien, cosa en torno a la que veo muy poca preocupación, antes de estar devanándonos los sesos por si lo vamos a hacer en papel o en digital o en una suela de zapato”.
Y remata: “En 50 años, Internet va a ser el equivalente a los discos de vinilo. Sin embargo, estamos convencidos de que el futuro es esto y que lo que venga va a ser igual pero con leves variaciones en la velocidad de navegación y descarga. Tenemos una mirada absurdamente cortoplacista en términos de formatos. El contenido es lo que prevalece, y sin embargo casi no pensamos en él”.
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