Autoflagelación
▪ Los números de las legislativas le alcanzaron a la alianza gobernante para descargar sobre el pueblo “sangre, sudor y lágrimas”, doctrina coherente con “hay que pasar el invierno” o “estamos mal pero vamos bien”. Lo llamativo es que convencieron a buena parte de la población no sólo que no merecían los derechos obtenidos sino que ahora deben padecer por el pecado cometido.
Volvió el miedo. El estado de derecho es ya
casi un recuerdo. La República, herida de muerte. La Constitución, un apunte
abandonado en un rincón. Las plazas, que
en otro tiempo se llenaban para festejar el reconocimiento de nuevos derechos,
hoy son escenarios de reclamos, incluso por la vida de un joven desaparecido en
el contexto de un operativo de Gendarmería, devenido hoy en el brazo armado de
un gobierno que no parará hasta concentrar la suma absoluta del poder público.
El país se volvió la caja chica del poder real.
Despidos masivos, endeudamiento inédito,
quita de derechos laborales y sociales, reforma laboral para arrastrar a la
legislación a niveles pre Asamblea del Año XIII, quita de subsidios a personas
con discapacidad, rebaja de jubilaciones, tarifazos, derogación de facto de las
paritarias, persecución político-judicial a opositores y periodistas críticos,
prisión preventiva utilizada como condena previa a todo proceso, entre otros,
son síntomas claros de la degradación que se está consagrando en nuestra Nación.
Con la detención de Boudou, todo queda
mucho más claro. El mismo juez que mandó detener al exvicepresidente tiene en su despacho la
causa por la condonación de deuda de la familia Macri por 70 mil millones de
pesos. Obvio es que esa causa seguirá en un cajón de su escritorio durmiendo
“el sueño de los justos”.
Mientras tanto, un pedido hecho por CFK
para que se audite toda la obra pública de los doce años de kirchnerismo está anestesiado
en el Congreso porque esa investigación ventilaría los nombres de los
empresarios y funcionarios del actual gobierno y sus amigos y parientes. El
blindaje mediático no tiene otro objetivo que el pueblo asuma como única fuente
de corrupción al kirchnerismo. Y lo lograron. Obliteraron así la definición
misma de corrupción como un fenómeno complejo y que atraviesa a todas las sociedades.
La lógica mafiosa por sí sola no puede
hacer tanto. Cuando el miedo se vuelve a instalar en una sociedad no es sólo
porque haya un gobierno autoritario, sino porque otras variables confluyen:
complicidad judicial, blindaje mediático, amordazamiento de sindicatos,
silencio de legisladores de la oposición y apoyo de una parte del pueblo,
expresado en el resultado de las elecciones de medio término de octubre.
El panorama es francamente nefasto para el
ciudadano común. Pero, y hay que decirlo con total contundencia, hay un amplio
sector de la sociedad que no va aceptar este estado de cosas. Por convicción
ética y política. Hay una parte del pueblo dispuesta a recuperar la alegría
auténtica, no la de globos inflados sólo con impunidad y cinismo. Aún en lo
peor de la noche de los tiempos, la convicción, la esperanza y el amor están
ahí como usina inagotable para seguir trabajando por un mundo mejor, más justo,
más inclusivo, más solidario, más humano. Y los doce años K son la prueba
histórica de que todo ello es posible. Y hay una sola seguridad que tenemos los
que pasamos los cincuenta años: siempre amanece. Siempre.
Lo cierto es que hay otra parte del pueblo
que concedió a los dueños del dinero la posibilidad de adueñarse del poder
político. Y lo hizo sabiendo que el suyo era un voto en contra propia. Y no le
importó. Porque la derecha argentina que se impuso por escaso margen en las
legislativas, no ocultó lo que haría. Aun así, los números le alcanzaron a la
alianza gobernante para descargar sobre el pueblo “sangre, sudor y lágrimas”,
doctrina coherente con “hay que pasar el invierno” o “estamos mal pero vamos
bien”. Lo llamativo es que convencieron a buena parte de la población no sólo de que no merecían los derechos obtenidos sino que ahora deben padecer por el
pecado cometido. Esto es autoflagelación lisa y llana.
El macrismo comienza recién en estos días a
aplicar sus propias políticas. Hasta ahora, sólo hicieron antikirchnerismo. Y
seguirán avanzando sobre el campo nacional, popular y democrático porque
necesitan vengarse de su padecimiento de doce años de gobiernos populares. Crearon
la grieta y la seguirán alimentando porque saben que el pueblo vuelve. Siempre
vuelve.
0 comentarios:
Publicar un comentario