López y el ajuste de Macri
▪ El caso de los bolsos llenos de dólares le permite al Gobierno tomar aire. Con el escándalo dominando la TV, no hay tiempo para debatir sobre un mejor sistema educativo y judicial ni ley de medios ni de fútbol gratis o privatizado. Más allá de las valijas y de las cuentas del presidente en Bahamas, en solo seis meses, mucha gente cayó al nivel de supervivencia.
El peronismo y la historia argentina
sufrieron hechos peores que los corruptos dólares de José López, un amigo
personal de los empresarios de la obra pública y que duró 12 años en los
gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. El dato de hoy es José López, sin
dudas, pero no por la corrupción misma, por la impunidad, ni por sed de
justicia.
Al contrario, el de López es un caso que le
permite ahora al gobierno de Mauricio Macri tomar aire en medio de sus
políticas de ajuste que despertaron decepción generalizada en sus propios
votantes por hechos reales de la economía y no meras especulaciones. Ese aire
significa que Macri tiene un gran telón para legitimar por un tiempo más su
discurso. Como él dice, los argentinos estaban acostumbrados a vivir muy barato
con el gobierno peronista que terminó en 2015. La vociferación que rodea al presidente
ya lo repite: “Es cierto, vivíamos muy barato”.
Mientras tanto, se consolida una ley de
blanqueo de capitales que no hace más que legalizar dinero proveniente de la
corrupción. Solo con y por la corrupción se puede fugar y mantener plata en el
exterior, sin pagar ningún impuesto para sacar los billetes del país y no ser
sancionado por el Código Penal. Es tan absurdo que propio presidente de la
Nación podrá legalizar dinero negro, mediante una ley que él mismo impulsa para
beneficiar a testaferros y empresarios amigos. Es evidente que el dinero negro
en sociedades fantasmas se sacó del país en una enorme cantidad de valijas
transportadas a Panamá, Bahamas y otros paraísos fiscales en taxis aéreos. Solo
en aviones se ingresa billetes a esos paraísos.
Pero más allá de las valijas de López y de
las cuentas de Macri en Bahamas, en solo seis meses de gobierno macrista, la
gente cayó al nivel de supervivencia. Hoy se habla de cómo no seguir perdiendo
trabajo y de cómo achicar más el gasto en el hogar. El salario real cayó 15
puntos porcentuales en relación con los precios, la inflación de costos y la
apertura de importaciones ya derrumbaron circuitos productivos de economías
regionales. El 80 por ciento de las empresas no prevé tomar nuevo personal en
el segundo semestre y la gente vuelve engancharse a la energía eléctrica contra
los tarifazos.
Fuera de discusión
Con Macri en el Gobierno y los bolsos de
López en la televisión, no hay tiempo para debatir un mejor sistema educativo,
judicial, de seguridad, ley de medios ni de fútbol gratis o privatizado. Mucho
menos hay tiempo para discutir sobre la calidad laboral: hay que cuidar el
puesto que queda y aceptar la pensión que venga por la vejez. Un curso de posgrado
se puede suspender y el ahorro para la inversión ya no es prioridad. Ni hablar
de los precios de la tecnología para sumar calidad. A nadie puede importarle
hoy un feriado más, un feriado menos; tampoco un proyecto para el desarrollo
urbanístico ni turístico.
¿Un crédito accesible para la vivienda?
¿Ley de Salud Mental? ¿Agricultura Familiar? ¿Políticas de género en la Corte?
¿Sembrar algodón? ¿Contenidos para televisión? ¿Desarrollo del cine nacional?
¿Financiar una mejor pedagogía para la escuela pública? Fuera de discusión.
Las prioridades son otras y los millones de
José López potencian ese debate en supervivencia. La caída del nivel de vida es
la angustia más grande que tienen hoy los argentinos y, de ese fondo, solo
saldrán en la medida en que encuentren métodos y herramientas para resistir y
paliar el ajuste de Macri.
Las causas del peronismo y la historia
argentina ya sufrieron aberraciones peores que los bolsos llenos de dólares.
Además de José López y sus obscenidades, la sociedad padeció las armas de José
López Rega y de la dictadura cívico-militar del 76, el Golpe y los bombardeos
del 55, la prohibición de Perón, así como la traición de Menem que consolidó a
Cavallo en los 90.
La resistencia a los ajustes y a las
traiciones sigue siendo lo más importante en el peronismo y en la historia
nacional.
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