La muerte de Nisman despertó al leviatán
El fiscal Marijuán convoca al 18F | LEO VACA/NA.
▪ Rabioso contra el Gobierno y con la complicidad de la corporación mediática, un grupo de jueces y fiscales, en su mayoría cuestionados por sus desempeños, busca poner en vilo a un país entero. La denuncia contra la presidenta y la marcha del 18F, puntas de lanza de un poder, el Judicial, desenmascarado.
Datapuntochaco | EDITORIAL
La muerte del fiscal Alberto Nisman despertó a un monstruo. Rabioso contra el Gobierno y con la complicidad de la corporación mediática, un grupo de jueces y fiscales, en su mayoría cuestionados por sus desempeños, busca poner en vilo a un país entero, en el último manotazo de ahogado de un establishment que avizora desde hace tiempo un escenario electoral desfavorable.
Ayer viernes 13, los titulares de la tarde de las
ediciones digitales de los principales diarios de la Argentina parecían anunciar
el final. Se hablaba de “imputación” de Cristina Fernández de Kirchner en la
denuncia realizada por Nisman días antes de aparecer muerto en su departamento
con un disparo en la cabeza, en la que se la acusa a la presidenta y al
canciller Héctor Timerman de encubrir a los supuestos autores del atentado a la
AMIA.
La decisión del fiscal Gerardo Pollicita, que suma puntos
para convertirse en el nuevo héroe de la prensa opositora (Nisman ya fue
elevado a la categoría de mártir), consistió en requerir que se avance con la
investigación del supuesto encubrimiento y solicitó diversas medidas de prueba.
Es el juez federal N° 3, Daniel Rafecas, quien debe dar curso al requerimiento
del fiscal.
La determinación de Pollicita fue anticipada, como era de
esperarse, por el diario Clarín. En la tapa de ayer titula: “Imputarían a
Cristina por la denuncia de Nisman”. Y agrega que Pollicita considera que hay
en el escrito del fiscal muerto “elementos sólidos” para avanzar con el proceso
judicial contra la presidenta.
La guerra está declarada. Así como en 2008 fue la
patronal ruralista la que quiso arrinconar a Cristina Fernández por la 125, valiéndose también
de los negocios compartidos con el establishment mediático, esta vez es un
sector de la Justicia el que, en defensa de intereses corporativos y no, como
se pregona, de la independencia judicial, está dispuesto a todo.
En 2008, costaba admitir la existencia de una maquinaria
destituyente. Hoy las cosas son tan evidentes que solo el profundo odio que se
agita desde el antikirchnerismo le impide ver a un sector de la sociedad cuáles
son las reales intenciones. Como escribe Ignacio Fittipaldi, en un artículo que publica la Agencia Paco Urondo, “la batería de estrategias desarrolladas para
horadar al Gobierno nacional, y en especial la figura de CFK, se repetía con la
sistematicidad de las reuniones de tupperware entre vecinas”. Sin embargo, el
cadáver del fiscal de la causa AMIA, que en 10 años no aportó nada nuevo a la
investigación, cambió el “vertiginoso rumbo de taladrar la gobernabilidad”.
Según el artículo, la inflación, la escasez de dólares,
la fallida negociación con el juez Thomas Griesa por los fondos buitre, la
falta de inversión extranjera, el descontento de los asalariados tras la
devaluación de enero de 2014, el aumento del desempleo que provocaría la
agudización de la crisis local (siempre negando las consecuencias de la crisis
mundial en el ámbito local) no dieron los resultados esperados. Cristina sigue.
La nueva fase de la intentona consiste en deslegitimar a
la presidenta. Lo que se intenta es “mitigar el margen de acción del Gobierno”
debido a esa presunta deslegitimidad. Según Fittipaldi, esa idea se construye
con el argumento de que “todo lo que pasa por el Congreso carece de legitimidad
porque es aprobado con la sola mayoría de los votos del oficialismo”. Cada vez
que el oficialismo aprueba una ley, los diarios opositores coinciden en titular
que el kirchnerismo “impuso” su mayoría, como si eso fuese un delito.
Como se sabe, y el autor del artículo lo menciona, con
ese falaz argumento se omite que, para ser mayoría (o primera minoría), hay que
ganar elecciones y que las representaciones políticas parlamentarias encuentran
en el Congreso una expresión cuantitativa del voto popular. Por lo tanto, “si
un partido político es más votado que otro, este tendrá mayor fuerza política
que aquél que ha obtenido menos. Es decir, si nos sometemos al voto popular,
hay que asumir las consecuencias institucionales de ello”.
La oposición parece ignorar esa regla básica del sistema
y sale cada tanto a despotricar contra la supuesta avanzada del oficialismo en
el Congreso. Incluso, usa como caballito de batalla que, de llegar al Gobierno,
derogará todas las leyes votadas solo por el kirchnerismo.
Es más, como apunta Fittipaldi, la oposición recurrió “sistemáticamente
al Poder Judicial para anular, invalidar y obstaculizar las leyes sancionadas
en el Parlamento”, en una práctica que, si bien puede considerarse “cimiento de
la democracia”, su “sistematicidad habla de una impotencia de la oposición” y “no
del respeto por esa legitimidad devenida en mayoría parlamentaria”.
Con el caso Nisman, el Poder Judicial, “socio del arco
opositor, quedó al desnudo (...) Han
golpeado la puerta de un poder que quedó expuesto a su funcionamiento más
oscuro. Todo lo que circuló entre periodistas opositores, periodistas
autodefinidos como independientes, diputadas de la Nación, fiscales, jueces y
servicios de inteligencia, deja al desnudo el estado actual del Poder Judicial
y su estrechez con el ámbito político, desintegrando el principio de
independencia”, opina Fittipaldi.
“Es como si Nisman tuviera que ser independiente del
Poder Ejecutivo, pero amigo de la embajada de EE.UU. Equidistante con CFK, pero
amigote de [la diputada del PRO] Laurita Alonso (…) Coimas, tráfico de
influencias, agencias de inteligencia que tercerizan servicios en empresas de
sus propios agentes o de agencias extranjeras, extorsiones en base a la
información obtenida por esas empresas tercerizadas, autos de empresas privadas
alquilados a nombre de funcionarios judiciales, alquileres de departamentos
equivalentes a la mitad de un sueldo promedio de un fiscal federal, cajas
fuertes con toneladas de dinero en efectivo, niveles de vida inexplicables,
funcionarios judiciales armados, los miembros del Poder Judicial relacionados
al caso, todos, veraneando en el exterior, ricos todos…”.
Siguiendo con el artículo, el autor señala que, así las
cosas, “las corporaciones y sus aulladores han decretado que la legitimidad de este
gobierno concluyó en 2014” y, por lo tanto, la presidenta “está inhabilitada
para proponer nombrar un nuevo miembro de la Corte en reemplazo de [Raúl] Zaffaroni.
¿Acaso no es contradictorio sostener que la Corte debe ser un cuerpo
independiente del poder político y anular la proposición de [Roberto] Carlés
hasta tanto el nuevo gobierno elija a un candidato de su propio gusto? (…) CFK
está impedida de enviar un proyecto de ley para crear la Agencia Federal de
Inteligencia (…) No puede realizar acuerdos estratégicos con China porque
exceden el vencimiento de su gobierno. Pero, básicamente, está impedida de
tomar decisiones que afecten el curso y la vida del Estado (…) ¿Qué sentido
tiene transcurrir el cuarto año de mandato si no se puede tomar la iniciativa
necesaria para modificar cierto estado de cosas?”.
Esos sinsentidos constituyen el único sentido de la
oposición político-mediática del país, que impone, con golpes de tapa, todo lo
que se debe pensar y opinar del Gobierno, sopena de ser catalogado –y por lo
tanto desacreditado– de oficialista. Una consagrada periodista de la
corporación que no sabe decir otra cosa que lo que le molesta del Gobierno es
que todo es amigo-enemigo trató de “mercenario K” a un conductor de CN23 que, en Twitter, escribió un comentario
a favor del Gobierno. ¿Quiénes son entonces los que practican la
intolerancia?
Antes fueron la patronal campera, la corporación mediática contra la ley de medios, el Poder
Judicial contra la reforma judicial aprobada por el Congreso y vetada de hecho por la Corte,
los buitres nacionales que alentaron la rendición ante Griesa… Ahora son jueces y los fiscales, que,
como dice Mempo Giardinelli, “muchos de ellos, durante años, cincelaron el ya
ilevantable descrédito de la Justicia de este país. Autoritarios, nostálgicos
de la dictadura, antidemocráticos y ahora golpistas. Farfullan libertad e
independencia –dos vocablos sagrados, que ofenden a coro de un periodismo
miserable–, pero son golpistas”.
Horacio Verbitsky reseñó el prontuario de los fiscales que convocaron a la marcha del 18F en homenaje a Nisman, con la que pretenden
legitimarse ante parte de la sociedad que sigue a ciegas a todo lo que es
anti-K, aún cuando se trate de Cecilia Pando. Como muestra: “Es irónico que la
marcha de los fiscales callejeros se escude en Nisman: tanto [Raúl] Plee como [Germán]
Moldes obstruyeron la investigación de los encubrimientos en la causa AMIA. En
septiembre de 2012, el juez Ariel Lijo sobreseyó a [Carlos] Corach y Carlos
Rückauf, a varios funcionarios del juzgado de [el exjuez Juan José] Galeano y a
policías federales y bonaerenses. Memoria Activa apeló, pero el fiscal Patricio
Evers consintió esas decisiones”.
La algarada será aprovechada para insistir en los ataques
contra la procuradora Alejandra Gils Carbó, a quien la corporación mediática
quiere lejos. Las operaciones contra la jefa de los fiscales “se iniciaron
bastante antes del tratamiento legislativo de la reforma al Código Procesal
Penal, pero durante su discusión parlamentaria alcanzaron escenas casi
cinematográficas”, recuerda Demetrio Iramain, en un artículo en Infonews. “Insólito: a la actual procuradora la acusan de ‘parcialidad’, ‘politización
del Ministerio Público Fiscal’ y ‘falta de independencia política’ los mismos
que promueven a Elisa Carrió para el mismo cargo, en un eventual gobierno de
Mauricio Macri. ¿Acaso la precandidata a presidenta de la Nación de un partido
de oposición, claramente vinculado a un ideario de derechas, puede ser garantía
de ‘independencia política’, ‘imparcialidad’ y ‘despolitización del MPF’?”, se
pregunta el autor.
El leviatán que se despertó por estas horas, bajo el
nombre de Justicia, no cejará en su objetivo de hacer estallar la institucionalidad
del país. La marcha del 18F será la punta de lanza de una embestida sin
parangón de todas las que debió sortear Cristina Fernández en siete años de
gobierno. El 54% de los votos que tuvo la presidenta al conseguir su reelección
en 2011 es solo un número para quienes sueñan con verla esposada. Juegan con la desinformación para alimentar una ilusión.
Pero lo más peligroso es que juegan con fuego.
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