El caso del fiscal Stornelli y la complicidad periodística
▪ Marcelo D’Alessio, consultor de cabecera de la prensa corporativa argentina, provocó un tembladeral en la Gerencia de Maurice Macri, que involucra a su socia, la santa republicana; a la Justicia y a la alcurnia periodística del país en una red de espionaje y extorsión paraestatal. El Gobierno salió a defenderse y pidió que se investigue al investigador. La Nación, que develó los “cuadernos apócrifos”, optó por el silencio hasta que Morales Solá pergeñó la hipótesis de que todo fue armado desde las celdas K.
El Ministerio de Justicia de la Nación
anunció lo que faltaba para confirmar la sospecha de que el caso del fiscal
Carlos Stornelli explotó como una bomba dentro de la Gerencia de Maurice Macri
y sus aliados de la prensa corporativa. El Gobierno “pidió al Consejo
de la Magistratura que investigue” al juez federal de Dolores, Alejo Ramos
Padilla, por la causa del hasta no hace poco “experto” de cabecera de los
principales medios de prensa del país, Marcelo D’Alessio, y su vinculación con
jueces, dirigentes del oficialismo y periodistas de la talla de Daniel Santoro,
uno de los fundadores del Foro de Periodismo Argentino (Fopea), una entidad sumida en el desprestigio.
La agencia estatal Télam informó que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos busca que el cuerpo determine si el magistrado violó sus “deberes de imparcialidad y reserva” por las revelaciones que realizó en torno a una causa a su cargo cuando expuso el miércoles en el Congreso”.
La agencia estatal Télam informó que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos busca que el cuerpo determine si el magistrado violó sus “deberes de imparcialidad y reserva” por las revelaciones que realizó en torno a una causa a su cargo cuando expuso el miércoles en el Congreso”.
Para presentar la solicitud, el Ministerio
envió una nota al representante del Poder Ejecutivo ante el Consejo, Juan
Bautista Mahiques, en la que advirtió sobre una aparente “finalidad política”
del juez al realizar declaraciones ante la comisión presidida por el diputado
kirchnerista Leopoldo Moreau.
Como no puede desmentir la contundencia de las pruebas de la complicidad de Stornelli con D’Alessio, la Gerencia de Cambiemos apunta ahora al juez que investiga el caso. En verdad, no sorprende que Macri actúe así. Esta no es la primera que intenta desprenderse de un magistrado cuyas resoluciones no son favorables para el oficialismo. Ocurrió ya con el caso de los aportantes falsos para las campañas de Cambiemos de 2015 y 2017.
Los medios ultraoficialistas también quedaron pegados al escándalo, al punto que la exposición de Ramos Padilla en el Congreso no fue transmitida por los canales de Clarín y La Nación, y sus sitios digitales obviaron o minimizaron lo revelado por el magistrado en el parlamento.
El juez de Dolores presentó audios de WhatsApp que corroboran la estrecha relación de D’Alessio con Stornelli, expuesta por el empresario Pedro Etchebest, que denunció que el fiscal le había pedido 500.000 dólares a través de D’Alessio para no involucrarlo en la causa de los “cuadernos apócrifos”, revelada por el periodista de La Nación Diego Cabot, en lo que fue una estocada para perjudicar al kirchnerismo, pero que desnudó que la corrupción no es privativa del peronismo, como pregonan los medios, sino un entramado que funciona como un bumerán.
Como no puede desmentir la contundencia de las pruebas de la complicidad de Stornelli con D’Alessio, la Gerencia de Cambiemos apunta ahora al juez que investiga el caso. En verdad, no sorprende que Macri actúe así. Esta no es la primera que intenta desprenderse de un magistrado cuyas resoluciones no son favorables para el oficialismo. Ocurrió ya con el caso de los aportantes falsos para las campañas de Cambiemos de 2015 y 2017.
Los medios ultraoficialistas también quedaron pegados al escándalo, al punto que la exposición de Ramos Padilla en el Congreso no fue transmitida por los canales de Clarín y La Nación, y sus sitios digitales obviaron o minimizaron lo revelado por el magistrado en el parlamento.
El juez de Dolores presentó audios de WhatsApp que corroboran la estrecha relación de D’Alessio con Stornelli, expuesta por el empresario Pedro Etchebest, que denunció que el fiscal le había pedido 500.000 dólares a través de D’Alessio para no involucrarlo en la causa de los “cuadernos apócrifos”, revelada por el periodista de La Nación Diego Cabot, en lo que fue una estocada para perjudicar al kirchnerismo, pero que desnudó que la corrupción no es privativa del peronismo, como pregonan los medios, sino un entramado que funciona como un bumerán.
“El periodista, con largo recorrido en La
Nación, busca una palabra para expresar lo que siente un sector de la
redacción: ‘No es derrota; diría que es desazón, hartazgo, cansancio…’”, cuenta
Sebastián Lacunza en la revista Anfibia. “Había pasado una semana desde que Horacio Verbitsky publicara en El cohete a
la Luna la primera nota sobre la presunta extorsión cometida por el
especialista en narcotráfico Marcelo D’Alessio en favor del fiscal principal de
la causa Cuadernos, Carlos Stornelli”, prosigue.
“No bien se difundió la aparente trama de
aprietes al empresario agropecuario Pedro Etchebest, en la madrugada del
viernes 8 de febrero, el diario de la familia Saguier pareció quedar bajo los
efectos del Capitán Frío: congelado”, dice.
El artículo de Lacunza, titulado Informar, ocultar, operar, da cuenta de los entretelones de cómo reaccionaron los
principales medios periodísticos del país ante el estallido del escándalo, que
involucra a la mismísima santa republicana, la Lila Carrió, y a una de sus
adláteres, la también diputada nacional Paula Oliveto.
Según describe Lacunza, Infobae se lanzó a denunciar una “operación” montada por “el blog del exjefe de Inteligencia de Montoneros, señalado por el periodista Gabriel Levinas como doble agente”, mientras Clarín y la agencia oficial Télam daban aire a palabras de Stornelli, que desmentían una acusación sobre la que esos medios habían preferido no informar.
Según describe Lacunza, Infobae se lanzó a denunciar una “operación” montada por “el blog del exjefe de Inteligencia de Montoneros, señalado por el periodista Gabriel Levinas como doble agente”, mientras Clarín y la agencia oficial Télam daban aire a palabras de Stornelli, que desmentían una acusación sobre la que esos medios habían preferido no informar.
Enfrente, El Destape se solazaba con los
audios y las capturas de WhatsApp que demostraban, de mínima, una relación
impropia entre el fiscal federal y el extorsionador en su nombre. La web de
Página 12 exhibía un despliegue de notas y recuadros con audios e imágenes.
Lacunza cuenta que el primer allanamiento
dispuesto por el juez federal de Dolores, el miércoles 6, y un tuit de Elisa
Carrió en defensa de Stornelli, en la noche del jueves, “precipitaron la
publicación de El cohete a la Luna. Con el cuerpo principal escrito 10 días
antes, Verbitsky apretó “enter” a la 1.03 del viernes 8”.
El silencio de La Nación “fue ininterrumpido hasta que Joaquín Morales Solá levantó al muerto el domingo con la afirmación de que ‘la Justicia determinó que la operación contra Stornelli salió de la cárcel donde están los exfuncionarios’ de los gobiernos de los Kirchner”.
Para Daniel Hadad, La Nación y Clarín actúan como ejércitos con jerarquías, manuales de procedimiento y armamento pesado, mientras que Infobae se parece más a un grupo guerrillero, con mayor dinámica y milicianos multifunción, cuenta Lacunza.
“La apelación a ejércitos y guerrilleros
fue utilizada por Hadad a la hora de explicar por qué Infobae sacó a la luz que
Techint, la empresa más importante de la Argentina, estaba implicada en las
aparentes coimas anotadas por el chofer Oscar Centeno, un dato que en un primer
momento fue ocultado por La Nación, el juez Claudio Bonadío y el fiscal
Stornelli”, recuerda.
“Sin embargo, la respuesta de Infobae ante
la información de El cohete a la Luna sobre la presunta extorsión perpetrada
por Stornelli se pareció más a la disciplina del Ejército soviético que a los
barbudos de Sierra Maestra: estricto repliegue sobre la versión oficial del
fiscal, ataque en toda la línea contra la insurrección y discurso único”,
concluye.
Lacunza reseña que al menos tres cronistas
cubren los tribunales federales para Infobae, “pero ninguno firmó hasta el
jueves 14, cuando una nota dio cuenta de allanamientos en propiedades del
allegado a Stornelli y la aparición de denuncias precedentes por extorsión.
Esta vez, no hubo referencias a blogs, montoneros, o Levinas, ni siquiera a El
cohete a la Luna o Verbitsky. Antes, solo Ernesto Tenembaum se había permitido
una mención al tema en un párrafo de su columna dominical, como quien planta
bandera”.
Todavía hoy, Daniel Santoro “habla con admiración de los conocimientos sobre narcotráfico de Marcelo D’Alessio. ‘Es impresionante lo que sabe de metanfetaminas, tiene todo el mapa de la marihuana en la cabeza. Aprendí muchísimo de él”, relata Lacunza.
Todavía hoy, Daniel Santoro “habla con admiración de los conocimientos sobre narcotráfico de Marcelo D’Alessio. ‘Es impresionante lo que sabe de metanfetaminas, tiene todo el mapa de la marihuana en la cabeza. Aprendí muchísimo de él”, relata Lacunza.
No obstante, el periodista de Clarín se
siente defraudado por alguien a quien le abrió las puertas de su casa y luego
–según entiende– utilizó su nombre para alardear ante el empresario Pedro
Etchebest. ‘Abusó de mi confianza y tiene que responder ante la Justicia”’,
dijo.
Sin embargo, Verbitsky refuta la defensa del socio de Fopea. “Lo que mencionó el juez Alejo Ramos Padilla al procesar al expolicía y permanente servicio Ricardo Bogoliuk fue exactamente lo inverso: que Santoro era la fuente de D’Alessio para algunos de los informes que se secuestraron en su casa, solicitados por Bogoliuk. Uno de ellos versa sobre cuestiones ideológicas y políticas de los animales del show que conduce un relator de fútbol”, dice Verbitsky en referencia a Alejandro Fantino y Romina Manguel.
Sin embargo, Verbitsky refuta la defensa del socio de Fopea. “Lo que mencionó el juez Alejo Ramos Padilla al procesar al expolicía y permanente servicio Ricardo Bogoliuk fue exactamente lo inverso: que Santoro era la fuente de D’Alessio para algunos de los informes que se secuestraron en su casa, solicitados por Bogoliuk. Uno de ellos versa sobre cuestiones ideológicas y políticas de los animales del show que conduce un relator de fútbol”, dice Verbitsky en referencia a Alejandro Fantino y Romina Manguel.
“Más duro aún es el dictamen del juez Luis
Rodríguez, en la causa por la extorsión al aduanero Gabriel Traficante (…)
Santoro publicaba en Clarín datos que atribuía al expediente del juez Marcelo
Aguinsky pero que en realidad eran inventos con los que D’Alessio lo
extorsionaba”, agrega.
En 2017, un experimentado periodista de
policiales presentó a D’Alessio ante Santoro como una fuente con conocimiento
del Triple Crimen de General Rodríguez, un caso que dio lugar a múltiples
operaciones políticas y periodísticas. Luego, la relación ganó fluidez. El
especialista en narcotráfico se transformó en fuente del capítulo sobre la
empresa estatal de energía Enarsa en el libro El mecanismo, la corrupción
kirchnerista: contratos energéticos, delatores y Odebrecht, publicado en
septiembre pasado (la versión de D’Alessio ante Etchebest es que el libro fue
escrito por ambos). Dos meses más tarde, el experto sería expositor junto a
Santoro en un seminario de Fopea, detalla Lacunza.
Las justificaciones cesan a la hora de
explicar por qué Stornelli supuestamente negociaba con un malandra la
realización de una cámara oculta ilegal para después fraguar una presentación
ante la Fiscalía, o el motivo por el que el fiscal habría aceptado las
gestiones de D’Alessio ante “este sujeto Pedro (Etchebest)”.
Dentro de un sendero acotado, Clarín mostró
mayor soltura. Ricardo Roa, por caso, no fue muy contemplativo con el fiscal.
El segundo jefe de la redacción de Clarín dio por ciertos el vínculo entre
Stornelli y D’Alessio y la extorsión, y hasta ratificó a Verbitsky, al afirmar
que existió la declaración de un exfuncionario kirchnerista que metería al
empresario Etchebest en el expediente Cuadernos, algo que tanto Stornelli como
su par Carlos Rívolo niegan con énfasis.
Roa también describió que D’Alessio vendía
acceso a Stornelli, sin absolver a ninguno de los dos, y aportó un apellido
que, según el editor, cierra el círculo: [Mario] Montoto. La relación de amistad entre
el empresario de seguridad y el fiscal nació, según Roa, durante el paso de
este, entre 2007 y 2010, por el gabinete de Scioli.
“El texto de Roa es cruel con D’Alessio. Lo
califica de ‘abogado trucho y fabulador’. En las seis columnas que el allegado
a Stornelli escribió en Clarín desde 2017 –la última hace un mes–, el crédito
decía: ‘Abogado, experto en lucha contra el narcotráfico’”, recuerda Lacunza.
0 comentarios:
Publicar un comentario