Dolor
Micaela García.
▪ Una andanada más propia de la Antigüedad o de los tiempos de la Inquisición navegó impune por los ríos digitales de las redes sociales ante el asesinato de Micaela García.
Como un pase grotesco, la tragedia compuso,
descompuso y rearmó el mapa de la idiosincrasia argentina. El sábado amaneció
teñido por la desaparición de Micaela García. Una andanada más propia de la
Antigüedad o de los tiempos de la Inquisición navegó impune por los ríos
digitales de las redes sociales. La gama de aseveraciones no era muy amplia e
incluían propuestas de linchamiento y tortura en el marco de una justicia por
mano propia más afín con el “ojo por ojo” que del siglo XXI. En carne viva,
nuestro inconsciente colectivo comenzó a desembuchar su perorata al compás de
un reloj que atrasa.
Frente a esto, algunos volvieron a
desnudarse. Gi@fusssa, persona física o trol, entre otros, dio cátedra. “Ahí te
das cuenta que no valía la pena la vida de una pelotuda kk más. Y que no tenía
nada en la cabeza”, escribió. Y decenas replicaron. Como si esto fuera poco,
también dijo: “Sentí pena por esa Micaela, la desaparecida y posiblemente
muerta, hasta que escuché que militaba para el Movimiento Evita”.
Por su parte, una funcionaria pública, Maia
Ferrua, afirmó: “Ahora van a decir que a Micaela García la mandó a asesinar
Macri porque era del Movimiento Evita. JAJAJA… Parece que a todos les llega por
juntarse con ese tipo de gente. Hay que tener mucho cuidado con las amistades
que se hacen en este tipo de… ¿agrupaciones? Si se le puede llamar así a esa
manga de mafiosos y patoteros ignorantes”. Huelgan los comentarios.
Ambas intervenciones me hicieron sentir que
“la grieta”, invento de la derecha para atacarnos, podía servirnos de escudo en
defensa propia. Pero, hubo otro efecto. Muchos que, por convicción o confusión,
venían alineándose con esta liturgia del odio pegaron el salto, una zancada
salvífica en lo individual y esperanzadora en lo social porque implica la
posibilidad cierta de que podamos dejar de creer que comer al caníbal es la
solución, como afirmó Lito, un amigo.
Algo en todo esto despertó en la memoria
tiempos de universitario. Amarillentos y glosados sobre el escritorio, los
apuntes, otrora usados para aprobar una materia, cobraban sentido: el mito del
buen salvaje. Comprendí desgarradoramente que, a pesar de la bondad de nuestra
naturaleza, estos tiempos pretenden que el hombre siga siendo el lobo del
hombre.
Es cierto que el juez debe ser destituido.
Al igual que la inefable Maia Ferrua. Pero, también es cierto que tenemos que
redefinir uno de los poderes del Estado: el Judicial, en su mayor parte
convertido en antro pintado de corporativismo y medianía moral. Y seguirá
siendo así mientras se mantenga “a salvo” lejos de las urnas.Como siempre, la realidad es diversa y
puede llevarnos por caminos de condena o redención. La opción es nuestra.
Porque hay una batalla por dar contra un principio que asuela a nuestra
conciencia: la barbarie de la civilización.
1 comentarios:
Sensible, elocuente, sensato. Gran texto. Gracias por seguir escribiendo
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