Mauricio Trump
▪ Pese a que la prensa corporativa intenta asimilar al trumpismo con el kirchnerismo, el presidente electo de EE. UU. y el ingeniero que gobierna la Argentina se parecen bastante. Los mismos medios y periodistas que estaban desolados por la derrota de Hillary abonan el discurso xenófobo y discriminador del desfachatado, ignorante y oportunista empresario (Trump).
“Todos tenemos un
amigo que votó a Macri y ahora se lamenta porque ganó Trump” dice una frase que
circula por las redes. Ironías aparte, tiene algo de razón, Macri es más
parecido a Trump aunque quisiera parecerse a Hillary. Los dos son de derecha,
pero Hillary es más presentable. Para los macristas, el triunfo de Trump en
Estados Unidos fue como si los hubiera sorprendido un espejo caminando por
Florida y los enfrentara a la imagen del empresario rústico, ignorante y
oportunista para los negocios, que se desayunó al sistema político y alcanzó la
presidencia. Trump y Macri fueron socios en un emprendimiento inmobiliario en
Manhattan. Forman parte del mismo universo cultural. El aparato mediático del
macrismo, Canal 13, TN, Lanata y demás, se apresuraron a disimular esas
semejanzas, lo hicieron como si les dieran vergüenza. “Trump es de derecha,
como el kirchnerismo pero sin doble discurso”, dijeron.
Macri y Trump son
parte de la propagación en todo el mundo de una hegemonía conservadora y
regresiva. Se habla de Hillary como progresista y Trump conservador. Pero cada
uno representa un aspecto diferente de la derecha. Es un fenómeno paradójico.
Los obreros empleados y desempleados del cordón de óxido de los viejos estados
industriales que hace pocas semanas votaron al izquierdista Bernie Sanders en
la interna demócrata, ahora lo hicieron por el conservador Donald Trump. El
principal motivo que traccionó esos votos las dos veces fue la necesidad de
generar empleo y defender el que hay, un reclamo que relegó otros aspectos.
Hubo “progresistas” que en Argentina votaron a la derecha y preferían que gane
Hillary en Estados Unidos. Y hubo progresistas peronistas y no peronistas que
preferían a Trump por sus promesas de menos intervencionismo. Cualquiera de los
dos era un desastre para Argentina. Es posible que el intervencionismo de Trump
sea menor, pero será más agresivo, sobre todo en la competencia con China.
Rusia es más un problema para Europa y Alemania. Con Macri, Argentina quedó muy
vulnerable ante la gestión de Trump. El presidente es más parecido a Trump y
hasta puede entender su lógica chabacana de country de ricachones, pero
necesitaba desesperadamente que ganara Hillary para mantener el Transpacífico,
los tratados de libre comercio y las bajas tasas de interés de la Reserva
Federal.
Hay similitudes
para repartir. Pero a nadie le causaría sorpresa si se topara a Macri, Trump y
Silvio Berlusconi abrazándose en Olivos. El abrazo kirchnerista, en todo caso
fue entre Néstor, Lula y Chávez. Son fotos diferentes, con éticas y lógicas
opuestas.
Los medios
conservadores argentinos sueñan con parecerse a los grandes medios
norteamericanos como The Washington Post
o The New York Times, llamados “los
medios serios” que apoyaron abiertamente la campaña de Clinton. Una gran
cantidad de medios respaldó a la candidata y creó la sensación de que Trump no
tuvo respaldo.
No fue tan así,
porque en gran parte de su campaña recibió el soporte activo de Rupert Murdoch,
el magnate mundial que encabeza un poderoso grupo multimedia que abarca desde
prensa deportiva hasta la empresaria y bursátil, del ex News Corporations, hoy
dividido en 21th Century Fox y NewsCorp. A los que se sumó una miríada de
publicaciones localistas y el respaldo de los grandes Chicago Tribune y Los Angeles
Times. The New York Times y The Washington Post son leídos por las
capas medias y altas urbanas, pero los medios gráficos y de televisión,
amarillistas y gritones, de Murdoch, son medios populares, que llegan a
millones de esos trabajadores y campesinos del país profundo que pusieron su
voto por Trump. Todos los medios, los que respaldaron a uno y otro son de
derecha. En el sistema de medios norteamericano no existen medios importantes
que expresen una mirada progresista y popular.
La corrupción como caballito de batalla
La corrupción como caballito de batalla
La batalla también
se dio en las redes. Trump usó una artillería pesada de botts y trolls, y
docenas de personas creando contenidos y estrategias provocativas para
involucrar audiencias, además de su intervención personal. En Twitter, Trump
tiene 11 millones de seguidores, en tanto que Clinton, con una campaña
muchísimo más costosa y el apoyo de los medios “serios” tenía ocho millones. En
Facebook, la relación era 10,2 millones de “me gusta” en la página del
republicano, a 5,5 millones de la demócrata. Las declaraciones más bizarras del
empresario recalentaban las redes. Podría decirse que el lenguaje ramplón y
berreta que usó Trump encajaba mejor en la lógica crispada de las redes.
Otro parecido: la
etiqueta más popular de Trump en Twitter fue #CorruptaHillary. Fue su caballito
de batalla: “Hillary es tan corrupta que la echaron de la Comisión Watergate.
¿Cuán corrupto tienes que ser para que te echen de la Comisión Watergate?
Bastante corrupto”, repitió en varios de sus discursos. La acusación de
corrupción a su adversaria llevó a la presidencia a un empresario de la
construcción, donde todos los norteamericanos saben que se lava dinero y que
allí anidan mafias de las más pesadas. En Argentina, ese mismo discurso
“anticorrupción” contra su oponente llevó al poder a un empresario que hizo su
fortuna como proveedor del Estado que, como todo el mundo sabe, es un negocio
plagado de tramposos y coimeros. La coincidencia es también que ambos
presidentes fueron socios.
Los servicios de
inteligencia: otro respaldo que se escapa en la mayoría de los análisis. El FBI
respaldó abiertamente a Trump con fuertes operaciones de inteligencia. Pocos
días antes de la elección, James Comey, director del FBI, hizo filtrar una
carta donde informaba al Congreso que se había abierto una investigación sobre
e-mails de Clinton. Fue un golpe mortal a la ex primera dama, terminó de alejar
a mujeres, latinos y negros que directamente no fueron a votar. Ojo: en el
equipo de Trump sobresale Rudolf Giuliani, lobbista del mundo de las armas y de
la seguridad y un contacto directo con los servicios.
Es difícil englobar
esta irrupción generalizada de las derechas con respaldo de masas en el mundo.
Tienen signos diferentes en cada país y los significados tampoco son los mismos
cuando se trata de economías centrales o economías periféricas. Y es difícil
hacerlo en un mundo cambiante donde al producirse con rapidez muchas veces los
procesos son asincrónicos: Macri y Trump surgen cuando decayó la estrella de Il
Cavaliere Silvio Berlusconi en Italia.
Cuando habla de los derechos de las minorías, de la inmigración o de las mujeres, Trump saca conceptos del ideario restaurador y neoconservador que busca restringir derechos. “A todas las mujeres les gusta que les digan un piropo, aquellas que se ofenden, no les creo. No puede haber nada más lindo que un piropo, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo tenés, está todo bien”. Bueno, ese no fue Trump, fue Macri. Trump dijo: “Cuando eres una estrella, las mujeres te dejan hacerles cualquier cosa, agarrarlas por el coño, lo que sea”. Bernasconi tiene a docenas. Para Trump, los inmigrantes latinos son lo peor, “violadores y ladrones”. Va en línea con lo de “resaca” como los calificó el senador Miguel Ángel Pichetto y ratificó Claudio Avruj, el secretario de Derechos Humanos de Macri, que antes había dicho que acabaría “con el curro de los derechos humanos”. Trump prometió que sacará el plan de salud para los pobres, el Obamacare. Hay muchas acá sobre ese tema, desde la frase del radical Ernesto Sanz de que la plata de la AUH se va por la canaleta de la droga o la que dijo hace pocos días el mismo Macri al canal de La Nación de que había “muchos argentinos que son pobres y no se habían dado cuenta”. Se dan cuenta con él, pero eran pobres de antes.
Cuando habla de los derechos de las minorías, de la inmigración o de las mujeres, Trump saca conceptos del ideario restaurador y neoconservador que busca restringir derechos. “A todas las mujeres les gusta que les digan un piropo, aquellas que se ofenden, no les creo. No puede haber nada más lindo que un piropo, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo tenés, está todo bien”. Bueno, ese no fue Trump, fue Macri. Trump dijo: “Cuando eres una estrella, las mujeres te dejan hacerles cualquier cosa, agarrarlas por el coño, lo que sea”. Bernasconi tiene a docenas. Para Trump, los inmigrantes latinos son lo peor, “violadores y ladrones”. Va en línea con lo de “resaca” como los calificó el senador Miguel Ángel Pichetto y ratificó Claudio Avruj, el secretario de Derechos Humanos de Macri, que antes había dicho que acabaría “con el curro de los derechos humanos”. Trump prometió que sacará el plan de salud para los pobres, el Obamacare. Hay muchas acá sobre ese tema, desde la frase del radical Ernesto Sanz de que la plata de la AUH se va por la canaleta de la droga o la que dijo hace pocos días el mismo Macri al canal de La Nación de que había “muchos argentinos que son pobres y no se habían dado cuenta”. Se dan cuenta con él, pero eran pobres de antes.
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