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El Pelafustán

1.10.16

No, señor presidente


































El Indec publicó el miércoles el índice de pobreza. Macri dijo que ése es el punto de partida desde el cual acepta ser evaluado”. Esas declaraciones ofenden a la mínima inteligencia y a un piso de dignidad que ya está comenzando a pulular por las calles.  

José Luis Brés Palacio | DATAPUNTOCHACO

Luego de tres trimestres de apagón estadístico, el Gobierno nacional permitió que se publicaran los datos de pobreza e indigencia, claro está, tomados a la medida del poder.
La situación es grave. Mucho más en nuestra región, el Nordeste, en la que la pobreza alcanza al 40,1% de la población.
Pero, lo llamativo e indignante es cómo la medianía moral y política del presidente Mauricio Macri presentó a la sociedad esas estadísticas. “Éste es el punto de partida en el cual acepto ser evaluado como Presidente y como gobierno”, dijo sin que casi se le moviera un pelo. Y es dable destacar que dijo “acepto ser evaluado” como si él tuviera el poder de establecer cómo evaluará su gestión el inconsciente colectivo, mucho más inconsciente en éstos, tiempos de reinado de la palabra única en los medios masivos de comunicación porteños que, por obra y gracia del “federalismo” (así, entre comillas) que caracteriza a nuestra sociedad, impera en Argentina.
A esto, habría que enrostrar al presidente un rotundo no.
No, señor presidente. Usted, no tiene el poder de exigirnos cómo evaluarlo. No. No, señor presidente. Usted fue puesto en ese cargo por voluntad popular y es la voluntad popular, más allá de sus personales deseos, la que lo evaluará o, mejor dicho, ya lo está evaluando.
No, señor presidente. Usted y su gobierno son los responsables de la devaluación, los tarifazos, los despidos masivos y avance inusitado de la pérdida del poder adquisitivo de los argentinos. Hágase cargo si quiere. Pero, lo que no puede “querer”, porque no tiene el poder para concretarlo, es decirnos a los argentinos cómo y cuándo lo evaluaremos.
Sus declaraciones, señor presidente, ofenden a la mínima inteligencia y a un piso de dignidad que ya está comenzando a pulular por las calles de nuestro país. Y eso ya está sucediendo, señor presidente. Aunque usted y sus protectores mediáticos sigan empecinados en negarlo. Los pueblos podemos equivocarnos, señor presidente. Pero, no comemos vidrio ni somos coprófagos por naturaleza. Puede usted querer lo que le venga en gana. Pero, no nos tome por idiotas, señor presidente.
Usted y su gobierno han puesto al pueblo sobre el cadalso. Han montado como grosero espectáculo una guillotina que accionaron sin piedad y con una prisa sólo equiparable a los que obran por miedo o por arrogancia o por ambos.
Después de haber guillotinado al campo popular argentino, no nos venga con la idea de que debemos evaluarlo sólo después de que nuestras cabezas ruedan por el fango. Hágase cargo, señor presidente.

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