#NiUnaMenos en el periodismo
Ni 1 -, en el Congreso. | MAFIA.
▪ En el Día del Periodista, una mirada sobre las mujeres en los medios. Hay brecha salarial, acoso y discriminación, pero también otras violencias muy naturalizadas. En la TV se descarta a las “rellenitas”, en los diarios hay cargos jerárquicos vedados y en todos, el embarazo suele excluir. En definitiva, otra clase de piñas.
Datapuntochaco | DEBATE
El trabajo de periodista, como el de otros gremios, tiene
sus miserias. No es esta una referencia a la situación cada vez más deplorable
con que se trabaja en los medios en general ni al afán execrable de la prensa
corporativa en desinformar, estigmatizar y reprobar todo lo que afecte sus
intereses económicos, que degrada la profesión a la categoría de amanuense.
La convocatoria #NiUnaMenos, que movilizó al país el
miércoles 3 de junio, invitó no solo a reflexionar sobre la brutalidad machista
que deja cuerpos de mujeres heridos y cadáveres ultrajados tirados como basura en
bolsas, sino también sobre ciertas violencias naturalizadas en el ámbito
laboral.
La brecha salarial, la discriminación y el acoso son
moneda corriente en cualquier gremio que se analice. La periodista
especializada en temas de género Luciana Peker difundió una encuesta según la
cual 7 de cada 10 mujeres consideran que se les exige tener mejor apariencia
física que a los varones en el ámbito laboral. Es una realidad innegable,
escribe Ana Vaimann, en Infonews.
“Y cuando de trabajar con la imagen se trata, las
exigencias son todavía mayores. Basta escuchar a los gerentes de los canales
pidiendo a sus trabajadoras que bajen de peso porque ‘la televisión es imagen’
y no quieren tener chicas ‘rellenitas’ en cámara. Y también ocurre que a las
mujeres se les pide usar determinada ropa –generalmente sugerente– para
realizar su trabajo”, comenta.
Ciertos lugares en los medios están vedados para el sexo
femenino. Casi no hay periodistas mujeres que trabajen en secciones como
deportes, policiales o política, ámbitos ocupados mayormente por varones. Es
como si las mujeres solo pudieran abordar lo que se conoce como información
general, donde se vuelcan noticias relacionadas con la vida social y
comunitaria, y las actividades de las organizaciones civiles, religiosas y
culturales, para las que, prejuiciosamente, se debe tener cierta
“sensibilidad”.
Hay excepciones. Vaimann menciona a la periodista
deportiva Ángela Lerena, que “rompió el techo de cristal y todos los fines de
semana se saca leche para dejarle a su bebé Manuel y sale a la cancha. Es una
de las pocas mujeres del equipo de Fútbol para Todos”. “Pienso en las mil veces
que me dijeron ‘no podés hacer esto porque sos mujer’. #NiUnaMenos no es solo
femicidios. Hay otra clase de piñas”, escribió Lerena en su cuenta de Twitter.
Los cargos jerárquicos en los medios rara vez son
ocupados por mujeres. Y esto no se da solo en la Argentina. Natalie Nougayrède se convirtió en marzo de 2013 en la primera directora del diario francés Le Monde, fundado en 1944. Estuvo en el
cargo hasta mayo del año pasado.
Jill Abramson fue la primera mujer en dirigir The New York Times. Llegó a ese puesto en 2011 y permaneció tres años. La echaron por
su “mal carácter”, según la argumentación que dio el propietario del diario
estadounidense, Arthur Sulzberger. Antes, había sido su primera jefa de
Redacción, cargo que ocupó durante ocho años.
En Argentina, las excepciones son el diario Clarín, cuya directora es hace décadas
Ernestina Herrera de Noble, y del diario Los
Andes, de Mendoza, cuyo directorio estuvo presidido, desde 1997 hasta su
fallecimiento en 2007, por Elvira Calle de Antequeda, nieta de Adolfo Calle –el
fundador del periódico mendocino en 1882– y primera presidenta de la agencia
Diarios y Noticias (DYN), entre 1982
y 1992. Aunque en estos dos casos, las mujeres llegaron hasta allí para ocupar
puestos pertenecientes a los propietarios, Roberto Noble (Clarín) y Felipe Calle (Los
Andes), y no por ascensos, como sí ocurrió con Nougayrède y Abramson.
Esa realidad se condice con la encuesta del Programa de Estudios de Opinión Pública de la Universidad Abierta Interamericana, realizada en marzo, sobre 600 casos. El 76% de las porteñas piensa que los hombres tienen más posibilidades que las mujeres para ascender a cargos de mayor jerarquía.
Esa realidad se condice con la encuesta del Programa de Estudios de Opinión Pública de la Universidad Abierta Interamericana, realizada en marzo, sobre 600 casos. El 76% de las porteñas piensa que los hombres tienen más posibilidades que las mujeres para ascender a cargos de mayor jerarquía.
Según ese mismo sondeo, consigna Vaimann, el 44,6% de las
trabajadoras sufrió, en algún momento, acoso sexual (comentarios inapropiados,
toqueteos, insinuaciones) y un 34,8% fue humillada o despreciada en el trabajo
ante colegas u otras personas.
El 68,2% de las mujeres encuestadas considera que tener
hijos resulta un impedimento a la hora de conseguir empleo. Las diferencias de
clase pesan y lo sufren las más pobres, en tanto para el 71,5% de las mujeres
de sectores bajos la maternidad es una barrera a su autonomía laboral. La
discriminación la vivieron 2 de cada 10 mujeres a quienes les reprocharon, en
la cara y con panza, un embarazo. Mientras que a un 16,2% no le mantuvieron su
puesto después de volver de una licencia por maternidad.
“Que una mujer no pueda ganar lo mismo que sus compañeros
varones también es violencia. Sufrir acoso de un jefe y escuchar guarangadas de
compañeros también es violencia. Que a una mujer le pidan que se ponga escotes
o que haga dieta para verse mejor también es violencia. No poder hacer uso de
las licencias, de la hora de lactancia y tener que arrancar de cero al volver a
trabajar también es violencia. Que existan solo dos días de licencia por
paternidad también es violencia. Que haya pocas mujeres en cargos gerenciales
también es violencia”, reclama Vaimann. Y cierra: “En el mundo laboral hay
mucho por hacer. También hay que decir #NiUnaMenos”.
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