De la indignación a la indignidad
Los riesgos de ejercer el periodismo están hoy más vinculados a las pésimas condiciones laborales en las empresas y al desamparo salarial y previsional que a la violencia física o intimidatoria de la que suelen ser blanco los periodistas. En su mayoría, los empresarios de medios de comunicación no tienen empacho en someter a sus empleados a situaciones de ignominia, mientras ellos, desde sus editoriales, se presentan como fiscales del poder. Reparar los daños se hace cada vez más difícil. No ayudan el facilismo que permiten las nuevas tecnologías, la deficiente formación académica, la falta de conciencia sobre derechos consagrados y de una representación sindical realmente comprometida, ni la insaciable rapacidad patronal.
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