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El Pelafustán

6.6.14

Periodismo: del afán por la primicia a la comodidad del copiaypega

Collage de títulos de portales de Chaco y Corrientes. 

La manipulación y la tergiversación de los hechos con propósitos político-partidarios y sectoriales son moneda corriente en la prensa. Sin embargo, el problema más grave es la endeblez profesional, principalmente, la ética. La avalada técnica de copiar y pegar está (de)formando una camada de redactores sin motivación para la búsqueda de la noticia. Una nueva reflexión por el Día del Periodista. 

Data.Chaco  
Editorial 

“Mentirosos compulsivos” se llama un capítulo del libro La explosión del periodismo, de Ignacio Ramonet, exdirector de Le MondeDiplomatique, en el que incluye el relato de varios casos famosos de todo el mundo donde la intervención de los medios y los periodistas para falsear la verdad de los hechos se transformó en un argumento fundamental para la acción política y militar de los centros de poder.
Son ejemplo de ello las denuncias sobre las “armas químicas”, la “bomba atómica” y, en general, “las armas de destrucción masiva” adjudicadas a Irak –información luego desmentida por los propios invasores norteamericanos– y que justificaron la guerra de aniquilamiento perpetrada a partir de marzo de 2003. Lo recuerda Washington Uranga en una nota publicada en Página 12, acerca del Día del Periodista, que se celebra en la Argentina el 7 de junio.
Si bien las falsedades periodísticas entre nosotros están muy lejos de tener los alcances de la tragedia iraquí, los métodos no son muy diferentes, advierte Uranga. El ejemplo más reciente es el de la carta del papa Francisco a la presidenta Cristina Fernández, donde, “al margen de la endeblez de la fuente y de los errores cometidos desde el Vaticano, quedó en evidencia la manipulación de los hechos, la tergiversación de la verdad y la utilización política por parte de grupos empresarios, medios y periodistas”.
Si la mirada se fija en la región (Corrientes y Chaco), bien puede concluirse en que el periodismo local no está exento de pecados. Sin los efectos catastróficos mencionados en “Mentirosos compulsivos”, la manipulación y la tergiversación de los hechos con propósitos político-partidarios y sectoriales son moneda corriente en la prensa regional. Sin embargo, el problema más grave es la endeblez profesional de los periodistas –principalmente, la ética–, que se encastra casi en forma perfecta con la venalidad y la voracidad de rapiña de los dueños de medios.
Resulta repulsivo ver todos los días en los sitios de noticias la reproducción sin filtro alguno de informaciones oficiales –repulsivas también por el alto grado de analfabetismo en el uso del lenguaje–, la degradación a mamarracho de cientos de portales creados con el único fin de vivir de la pauta publicitaria del Estado y la abominable apelación al morbo como mecanismo de captación de audiencias.
Según las prácticas profesionales avaladas en los medios, el ejercicio del periodismo consiste en dos o tres tareas básicas: la de copiar y pegar es la principal. Así hay una nueva camada de redactores, que, pese a salir con un título bajo el brazo de la Universidad, no sabe hacer más que presionar las teclas Ctrl +C y Ctrl+V. Esa automaticidad de la práctica profesional está (de)formando una generación de periodistas desinteresados por la información y sin la motivación para la búsqueda de la noticia. Son, en definitiva, autómatas. 
Hasta no hace mucho, había en las redacciones de los diarios una competencia entre periodistas por quedarse con el “premio” de la jornada: ser el autor de la nota del título central de la portada. Ahora la pugna bien podría ser por la cantidad de copy-paste de la edición.


La misma volanta, el mismo título..., en dos portales distintos. 

Es cierto que el gremio de trabajadores de prensa es uno de los peor pagos. Es cierto también que en Corrientes y Chaco las empresas periodísticas reclutan personal poco calificado para pagar bajísimos salarios y mantenerlo en negro, sin obra social ni aportes jubilatorios. Es cierto que las condiciones de las redacciones son, en la gran mayoría de los casos, precarias. Es cierto que la inestabilidad laboral es una amenaza que desalienta.
Aunque condicionante, nada de ello es determinante de la baja calidad profesional. No se trata de una discusión sobre si, como dice Uranga, los periodistas son los guardianes de la democracia, si existe la prensa “independiente” o si es válido llamarse periodista “militante”. La discusión es quizá más básica: ¿estamos haciendo periodismo?

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